Hay que admitirlo.

No podemos ser tan soberbios y no darnos cuenta que ya varios equipos de África nos pueden mirar de tú a tú. Ya las palizas que en antaño podíamos infligirles con consistencia debido a su estilo anárquico y su carencia de manejadores de balón y de trespuntistas es cosa del pasado.

La realidad es que países como Senegal, Nigeria y Costa de Marfil, por mencionar a algunos, son países bendecidos genéticamente, que producen una gran cantidad de jugadores robustos, atléticos y de buena estatura, que son características óptimas para el deporte del baloncesto. Y lo que los ha mantenido separados de los equipos elite del mundo es su falta de baloncesto organizado desde categorías menores y de énfasis en fundamentos.

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Pero, a medida que muchos de ellos son ahora identificados en edad de adolescencia por escuchas internacionales y son llevados a ligas de primer y segundo nivel en Europa o a escuelas superiores en Estados Unidos para desarrollar esas carencias, la balanza se ha ido nivelando poco a poco frente a equipos como Puerto Rico.

Para muestras un botón basta, viendo cómo Nigeria dio el palo en el Repechaje de 2012 para ir a las Olimpiadas en Londres al derrotar a Lituania en primera ronda y a República Dominicana en semifinales, mientras otros como Puerto Rico y Grecia quedaban fuera.

En el caso particular de los boricuas, pesa  el revés eliminatorio sufrido ante Costa de Marfil en el Mundial 2010 y ahora otro posible duelo que nos podría costar el pase a octavos de final, como el ocurrido el domingo ante Senegal.

El común denominador entre esos equipos es que tienen abundancia de atletas de primer nivel, excelente estatura en todas las posiciones y tienen ahora dos o más manejadores de balón decentes, amén de que varios de sus canasteros se han convertido en lanzadores aceptables a larga distancia y la defensa en zona ya no es siempre un arma efectiva ante ellos.

Más aún, si el factor de juego organizado no es suficiente, pues la habilidad atlética superior puede imponerse si se emplea la energía y el deseo en defensa para provocar situaciones de juego. Fue eso precisamente lo realizado por Senegal ante Puerto Rico, que fue efectivo en sus ayudas en el perímetro con buenas coberturas dobles sobre los armadores, ayudados por oportunos “hedges”  y recuperaciones para negar las brechas de penetración hacia el canasto y molestar en las líneas de pases. Esto aparte de incrementar el juego físico que a Puerto Rico no le gusta jugar.

Así las cosas, esto tiene que servirle de lección a Puerto Rico, que tiene que comenzar a hacer ajustes en su ejecución ofensiva y a su esfuerzo en defensa y cogerle amor al juego rudo de cara al futuro. De lo contrario, los equipos africanos no solo nos seguirán dando alcance, sino que nos pasarán por el lado.