Todo el mundo sabe que la Selección Nacional de baloncesto de Argentina está en pleno proceso de reconstrucción, que no necesariamente cuenta la mejor estatura en la posiciones frontales y que de sus equipos de la ‘Edad Dorada’ que produjo dos medallas olímpicas solo los veteranos de 35 años de edad Andrés Nocioni y Luis Scola permanecen presentes en la escuadra que dirigirá Sergio Hernández a partir del 31 de agosto en el Preolímpico de Las Américas en Ciudad México.

Pero lejos de buscar lamentos por lo que carecen o de poner excusas de antemano, la escuadra ha hecho un compromiso con el país de dejar el corazón en la cancha para buscar un pase olímpico para Río de Janeiro 2016.

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Eso implica jugar por encima del nivel de talento que poseen y de exceder las expectativas, algo que comienza inherentemente por el poder de convencimiento colectivo de que sí pueden hacerlo, amén de una preparación adecuada.

Cualquier parecido con la situación de Puerto Rico y de los que aún añoran los tiempos de José “Piculín” Ortiz, es pura coincidencia. Pero ciertamente la actitud asumida por Argentina es loable y sería grandioso si fuera emulada por el equipo boricua.

Aquí el mensaje emitido en el vídeo preparado para el Equipo Nacional de Argentina:

“Miren. Estoy es sencillo. Tenemos dos opciones. Podemos entregarnos y ceder frente al contexto que se nos plantea, creer que la época de gloria del basket se terminó, resignarnos a la crueldad de la caída”.

“O podemos enfrentar al destino, las presiones, los temores, los pronósticos y reescribir la historia”.

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“Podemos ampararnos en la nostalgia que nunca cura y nunca cura. Y vivir del pasado, de lo que supimos ser. De los retratos y videos. Hay miles de videos”.

“O podemos rebelarnos, como alguna vez hicieron ellos. Nadie creía en ellos, hasta que ellos creyeron en ellos. El convencimiento parte por uno mismo”.

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“Podemos excusarnos en que la ‘Generación Dorada’ es única e irrepetible, en que no habrá nunca más un equipo así”.

“O podemos transitar nuestro propio camino con su ejemplo como bandera. La identidad se construye, pero también se hereda. Estamos del mismo lado, fuimos lo que somos y somos lo que seremos”.

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“Podemos cobijarnos en el recambio”.

“O podemos mandar a la mierda todos los pretextos y justificativos e ir por todo. Nadie dice que será sencillo, pero los límites están para romperse y los preconceptos para quebrarse. Es nuestro desafío y nuestro compromiso. ¿Nos acompañan?”