La mesa estaba preparada, los platos estaban relucientes y los cubiertos bien afilados.

Había hambre y el Fenerbahce Ulker y la Federación de Baloncesto de Turquía tenían el horno listo para asar al Galatasaray en el séptimo y decisivo partido de la serie final de la liga de Turquía el jueves en el Ulker Sports Arena.

Sin embargo, se toparon con unos monarcas defensores cuya dignidad vale más que cualquier trofeo y que se negaron el jueves a ser el cordero sacrificado.

En un desenlace bochornoso para la Federación de Baloncesto de Turquía, el Galatasaray perdió ante Fenerbahce el campeonato que ganó convincentemente en el 2013  pero sin tirar un solo balón tras negarse a jugar el séptimo partido en protesta por serias irregularidades y decisiones injustas que se había tomado durante el transcurso de la serie final.

La gota que colmó la copa se dio durante el quinto partido de la serie en Ulker, donde fanáticos visitantes del Galatasaray y aficionados anfitriones del Fenerbahce protagonizaron incidentes en dicho coliseo que provocaron serias sanciones para el Galatasaray de cara el sexto juego en su casa, impidiéndole al equipo tener fanaticada en su cancha que no fuesen mujeres y niños menores del 14 años.

En aquel sexto desafío, Galatasaray prevaleció y forzó un séptimo juego para dilucidar el campeonato, pero hubo gran molestia por la falta de diligencia de la federación turca a la hora de penalizar a Fenerbahce por los mismos incidentes del quinto partido en Ulker. Galatasaray solo pedía el mismo castigo – que solo hubiesen mujeres y niños presentes en el juego en Ulker para garantizar la seguridad de los jugadores y del personal del equipo visitante.

En adición, Galatasaray protestó enérgicamente la selección de oficiales para el séptimo partido, que tendría al controversial árbitro Recep Ankarali, el mismo que hace tres años atrás enfrentó la acusación de ‘cuadrarle’ un juego al Fenerbahce y se le grabó asegurándole al presidente del Fenerbahce que “todo estaba bajo control”.

En postura testaruda o por abierta complicidad - como muchos han implicado - la Federación de Baloncesto de Turquía se lavó las manos como Pilato ante los reclamos de Galatasaray, imponiendo una mísera multa de 25,000 liras turcas ($11,668 dólares) al Fenerbahce por lo sucedido, pero sin quitarle el derecho a tener su fanaticada en el séptimo juego – como habían hecho con Galatasaray en el sexto partido – y sin decir absolutamente nada sobre el oficial Ankarali.

Lo único que hicieron fue lanzarle amenazas al Galatasaray de que si no se presentaban al séptimo partido, no solo perderían el campeonato por abandono, sino que buscarían también que la ULEB (Unión de Ligas Europeas de Baloncesto) les quitara el derecho a jugar en la Euroliga la temporada que viene.

El Galatasaray, sin miedo a las repercusiones, se negó a presentarse y así cedieron su campeonato a de 2014 a Fenerbahce, que de ahora en adelante tendrá un asterisco en las lista de campeones de la liga de Turquía.

Hasta el momento, la ULEB ha ignorado a la federación turca y su petición de eliminar a Galatasaray de la Euroliga y, a la vez, Galatasaray ausculta la posibilidad de jugar en la Liga Adriática la próxima temporada con los equipos elite de Serbia, Eslovenia, Croacia, Bosnia y Montenegro en vez de jugar en la liga de Turquía.

El Galatasaray venía de tener una gran temporada al llegar en cuartos de finales en la Euroliga y llegar a la final de la liga de Turquía por segundo año consecutivo a pesar de las múltiples lesiones que afectaron al equipo. De haber jugado el séptimo juego y haber prevalecido contra todas las apuestas, éste hubiese sido el tercer campeonato en ristra en Turquía para el boricua Carlos Arroyo, que venía de conquistar un título con el Besiktas en el 2012 y con Galatasaray en el 2013. Pero dadas las desafortunadas circunstancias, nunca sabremos si Arroyo pudo haber completado esa trifecta o no.

Resta por verse si dados los acontecimientos recientes si Arroyo regresa a Galatasaray la temporada que viene o busca suerte en otros lares.