Un aire de incertidumbre se respira nuevamente dentro del camerino de los Knicks de Nueva York. 

La remoción de Derek Fisher a la posición de dirigente coloca a Carmelo Anthony, máxima estrella de la franquicia, en la compleja situación de tener que decidir si permanece en la ciudad o si abre la puerta camino a un destino que lo acerque a un campeonato.

El contrato de Anthony representa una enorme carga económica para los Knicks. El delantero estará cobrando el salario máximo hasta el verano de 2018. Para entonces, ya tendrá 34 años de edad y, a su vez, peligrosamente cerca al ocaso de su carrera. 

Contemplar la idea de salir de Anthony es algo que la organización no ha descartado, pero la decisión no está en las manos de los Knicks. En su contrato, Anthony tiene el derecho para aprobar o vetar cualquier cambio que lo involucre. 

Y sin turnos de primera y segunda ronda para el próximo sorteo de novatos y una creciente nómina, las alternativas de firmar otros agentes libres para mejorar la plantilla están limitadas.

Además, la ventana para que Anthony aspire a un campeonato de la NBA se cierra con el pasar de los días, y con una rodilla que continúa dando problemas, es tiempo de analizar el futuro. 

Cuando se le preguntó a Anthony sobre la posibilidad de renunciar a la cláusula de “no cambio”, ofreció una respuesta algo ambivalente.

“Hay que seguir confiando en Phil (Jackson, presidente del equipo)”, dijo Anthony. “En este punto, ¿qué más se puede hacer? Uno no puede esquivar la situación, no se puede ir en contra. Para mí, es seguir confiando en él (Jackson)”.  

“Mi meta cada temporada es tratar de entrar a la postemporada y tratar de ganar un campeonato. Esa debe ser nuestra meta como equipo y debe continuar siendo nuestra meta”, mencionó.

¿Cuál es el norte de los Knicks? Cuando se le preguntó a Jackson sobre la posibilidad de canjear a Anthony, el presidente de los Knicks se limitó a decir “todos saben que él tiene una cláusula de no cambio”.

¿Permanecerá Anthony en la Gran Manzana? El tiempo dirá.