Desde los Juegos Olímpicos Barcelona 1992, los equipos de baloncesto masculino que representaron a Estados Unidos fueron invencibles. Los mejores jugadores de la NBA se imponían con poca resistencia ante todos los oponentes.

Por algo le llamaron “Dream Teams”.

De cara a los Juegos Atenas 2004, los estadounidenses nuevamente se presentaron como los amplios favoritos para marchar invictos hasta la medalla de oro. Sin embargo, el 15 de agosto de 2004 un grupo de bravos puertorriqueños decidieron obviar el libreto y escribir una página en la historia del deporte mundial.

Los boricuas miraron directo a los ojos del equipo de ensueño y se impusieron 92-73.

“Para muchos era imposible ganar ese juego. Era un equipo que tenía mucho más arsenal que nosotros. Pero el insumo más importante que sacamos del partido es que por ese día todo el mundo en esta Isla se sintió orgulloso de ser puertorriqueño, sin importar su afiliación política, raza o credo. Fue un día de unidad”, dijo el dirigente Julio Toro en el 2008.