Hay lugares en la vida donde uno siempre será querido no importa cuántos años hayan pasado ni por cuántos caminos haya explorado.

Para  el delantero de la NBA, Kevin Garnett, ese lugar en Minnesota. Y ayer así se lo dejaron saber los fanáticos y la gerencia de los Timberwolves, al preparar una calurosa ceremonia de presentación y bienvenida a su retorno al equipo y la cancha local tras ser adquirido mediante un cambio con los Nets de Brooklyn la semana pasada.

Garnett, quien fue la estrella de los Timberwolves por 12 años luego de ser la selección número cinco del Sorteo de Novatos de la NBA del 1995, llevaba actualmente ocho años fuera del equipo al jugar y lograr ser campeón con los Celtics de Boston y en el pasado año y medio haber jugado para Brooklyn. Obviamente su retorno a Minnesota está enmarcado en que juegue sus últimos años con el equipo al que siempre estará ligado en su vida, pero sobre todo para que aporte su veteranía ayudando a las nuevas generaciones de la franquicia.

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O sea, querido por lo que fue, lo que es y lo que será. Por eso un recibimiento tan grande. Posiblemente lo único emotivo que vivirán en Minnesota este año.