Arlington, Texas. Shabazz Napier, de ascendencia puertorriqueña, puede lanzar, penetrar y terminar jugadas, marcar los canastos estelares en el clutch y  es capaz de cargar a su equipo cuando los minutos cuentan en un juego y una temporada. 

Ese perfil parece casi una copia exacta de otro reciente jugador estrella de la Universidad de Connecticut, el ahora enebeísta Kemba Walker.

Jugando con el aplomo y la confianza que aprendió de su mentor hace tres años, Napier ha seguido muy bien los pasos que caminó antes Walker, pero en el proceso ha creado  su propio sendero para ayudar a los Huskies a regresar al Final Four del baloncesto colegial de la NCAA.

“Él es realmente inteligente. Sabe cuando atacar y cuando pasar”, opinó el entrenador de los Gators de Florida, Billy Donovan, al hablar del rival que enfrentará hoy a las 6:09 p.m. en la primera de las dos semifinales del torneo.

 “Creo que él comprende bien lo que dura y el tiempo que comprende un juego. Ha jugado muchos minutos en su carrera. Ha estado en los grandes eventos y ha participado en grandes escenarios”. 

Walker tuvo una brillante carrera colegial al llevar a los Huskies al torneo nacional. En aquel equipo había un muy confiado armador novato que siempre se atrevió a hacer preguntas y a aprovechar las oportunidades que le surgían. Aprendió lo que no sabía de Walker y otros Huskies. Napier jugó en cada partido en aquella temporada, promediando 23 minutos, 7.8 puntos y 3.0 asistencias por juego.

Tres años después, Napier tiene otro título en su mira. Pero UConn primero deberá vencer al poderoso Florida (36-2), primer sembrado del torneo. Luego los Huskies (30-8) tendrían que superar  a Kentucky o Wisconsin, rivales de la segunda semifinal el sábado a las 8:49 p.m., en la final que se jugaría el lunes. Sería el cuarto título nacional para los Huskies.

Napier, de 6’1”  estatura y quien no pudo jugar en el torneo nacional del año pasado por problemas académicos, resistió la tentación de irse a la NBA y resolvió sus asuntos para promediar 18.1 puntos, 5.9 rebotes, 4.9 asistencias y 1.7 robos de balón por juego.

Ahora está a un paso de asegurar su lugar en la historia de UConn, tal  como lo hizo Walker.