Caracas. Tiene 25 años, los ojos le brillan cuando habla de la Selección Nacional de Puerto Rico, y le encanta el arroz con maíz.

Ése es John Holland, un canastero que se ha ganado al público puertorriqueño.

El mismo que puso de pie a todo un coliseo entero con sus donqueos la pasada semana durante la Copa Jenaro “Tuto” Marchand, pero que seguramente sería reconocido por muy pocos si se pasea por un centro comercial.

Holland se lo está gozando todo. Ya jugó con la Selección Nacional en el Preolímpico de Mar del Plata del 2011, pero esta vez es pieza clave del equipo. Ha disfrutado de grandes minutos de juego, incluso ganándose un espacio en el cuadro titular en varios de los partidos amistosos.

Con sus 6’5’’ de estatura, el escolta es uno de los jugadores más explosivos que ha tenido la Selección Nacional en largos años.

“Se siente muy bien. Yo estaba en el equipo en el 2011, pero realmente no tenía ese impacto. Estar aquí este año, dejando un impacto, se siente bien”, compartió Holland con Primera Hora luego de la práctica de ayer en el Poliedro de Caracas.

Holland se crió en Nueva York y completó una destacada carrera colegial con la Universidad de Boston, institución que compite en la División I de la NCAA. En cuatro años allí, promedió 17. 1 puntos. Desde entonces, ha hecho carrera en Europa, jugando con los clubes Chorale Roanne de Francia y en la pasada temporada con el Cajasol de Sevilla en la liga ACB de España. Con Cajasol, promedió 10.4 puntos la pasada temporada.

Hace dos años, llegó a la Selección Nacional debido a que sus abuelos son naturales de Santurce.

“A pesar de que no nací en Puerto Rico, siempre fui bien cercano a mis abuelos. Siempre estaba muy al tanto de mi lado puertorriqueño. Fui mucho a Puerto Rico cuando era joven, así que no es que estoy aprendiendo de la cultura por primera vez. Me siento muy orgulloso de mi lado puertorriqueño, así que ser parte de esto es increíble”, dijo Holland, quien provee al equipo un canastero del estilo de Edwin Pellot en las décadas del 1980 y 1990.

Ahora, se disfruta de primera mano la pasión que siente el pueblo puertorriqueño por su baloncesto, la cual pudo experimentar con los amistosos celebrados en la Isla la pasada semana.

“¡Los fanáticos son increíbles! Jugar en la Copa Tuto fue grandioso. El último juego estaba lleno, todo el mundo haciendo ruido, fue todo bueno”, sostuvo.

Cuando se le pregunta por el menú puertorriqueño, Holland no da la típica respuesta de arroz con habichuelas o mofongo.

“¡Arroz con maíz! Mi abuela me lo hacía todo el tiempo”, sentenció con una sonrisa.