Minneapolis. Kevin Love es usualmente uno de los últimos jugadores en el camerino de los Timberwolves de Minnesota que habla con la prensa al finalizar un partido. Este siempre prefiere organizar sus pensamientos mientras recibe tratamiento y terapias luego de los encuentros y alivia sus tobillos y rodillas en cubetas de hielo tras recibir noche tras noche golpes en los juegos.

Todo cambio anoche. Love esperó a la prensa cuando esta entró al camerino tras las dolorosa derrota ante los Suns de Phoenix por final 104-103. Esta vez él tenía un mensaje que quería compartir, y no era bonito.

“No podemos tener a compañeros que juegan una buena cantidad de minutos sentados en el fondo del banco durante los tiempos pedidos”, dijo Love en referencia al pobre mensaje corporal que presentaron los veteranos José Juan Barea y Dante Cunningham en un momento del cuarto periodo del partido. “Tenemos que todos estar unidos. Eso me molesta. Estamos supuestos a ser un equipo”.

Los Timberwolves (17-19) parecen todo menos un equipo en estos momentos. Son una colección de jugadores individualmente corriendo sus agendas propias en lugar de luchar por ayudar a la franquicia a conseguir su primer pase a los Playoffs desde el 2004.

Claro que todavía hay tiempo pues solo es enero y los reservas Chase Budinger y Ronny Turiaf acaban de retornar a juego luego de un tiempo fuera debido a lesiones.

Pero toda la perspectiva de lo que podría ser algo prometedor no se respiraba ayer en el camerino cuando una tensión amenazaba con romper al equipo. Al hablar, Love estaba tratando de ejercer el liderato que merece por su capacidad en el juego. Estaba tratando de ser líder a un equipo inexperto y con necesidades de desesperación. Andaba tratando de avivar la llama, como dijo, de tratar de motivas a dos compañeros vitales en el equipo y de llevarlos a reconocer que no pueden proyectarse desconectados por falta de tiempo.

“Son dos compañeros de quienes esperamos más”, dijo Love. “Creo que ellos también esperan más de ellos mismos. No estoy tratando de señalar a nadie en específico o hacer de esto algo más grande de lo que es. Pero este era un equipo que teníamos que vencer esta noche y necesitábamos que todos estuvieran involucrados aun cuando esos muchachos no recibieran el tiempo de juego que consideraban merecían. Necesitamos tener a un equipo y un banco que realmente estén juntos”.

Love no mencionó a ninguno de los dos jugadores por nombre, pero una mirada al fondo del banco durante varios momentos del cuarto periodo establecía claramente quiénes eran los focos de su ira.

Barea y Cunningham ya habían partido del camerino cuando Love hizo sus comentarios. Pero de seguro serán unos comentarios que no le caerán bien a la pareja de jugadores, especialmente a Barea, quien se sintió aludido y respondió recientemente cuando Love criticó el pobre desempeño de la segunda unidad de juego del equipo.

El que Love lanzara esas críticas en una noche en la que solo lanzó de 20-4 de campo y de 3-0 en el periodo final, cuando los Wolves desperdiciaron una ventaja de nueve puntos con 4:31 minutos por jugar, solo hizo su decisión de criticar públicamente a sus compañeros en una misión aún más riesgosa.

Parte de la frustración de Love está basada en la miseria del año pasado. Ese año solo jugó en 18 partidos porque en dos ocasiones tuvo fracturas en su mano y otra lesión en su rodilla y se ganó críticas internas por no estar visible con el equipo en parte de la temporada. Cuando Love vio a Barea y Cunningham poniéndose en actitud individual sobre la del equipo, como él fue acusado el año pasado, él reaccionó.

“Esos dos compañeros, cuando el año pasado no estuve sentado durante los 48 minutos de los juegos en el banco, me mataban”, dijo Love. “Ellos me reclamaban. Eso es fuerte”.

El lío habla fuerte de la desesperación que se está formando en la siquis de los Wolves. Estos no juega para promedio de .500 o mejor desde el 23 de noviembre. En ocho ocasiones han fallado en nivelar su marca. Están jugando para 0-10 en juegos decididos por cuatro puntos o menos.

Mientras, Love está presentando una campaña individual fenomenal, promediando 26.4 puntos y 13.3 rebotes por juego. Pero en términos de lograr ser respetado en el camerino, él todavía está teniendo problemas para recuperar el liderato que tenía antes de la pasada temporadas.  Su misiva de anoche, posiblemente no ayude mucho a acelerar el proceso.

“Todos tenemos que creer”, dijo el armador Ricky Rubio. “Por supuesto un jugador puede estar frustrado por no recibir la cantidad de minutos de juego que quería o por no estar en cancha en una situación clave. Pero algo pasó y no importa lo que fuera, es la decisión del entrenador. Y uno tiene que estar con el equipo. Yo no me percaté de lo que él reclama. Pero si él dice que vio algo, tendremos que conversarlo porque eso es peor que haber perdido el partido. No tener a un equipo unido es algo terrible. Tenemos que ser un equipo y creer en nosotros”.