Previo a cada partido en este Repechaje Olímpico, se repite el mismo protocolo.

Los jugadores de ambos conjuntos son llamados y se van alineando frente a sus respectivos bancos. De inmediato, parece llegar el momento más sublime de la jornada: los himnos nacionales.

Con reverencia, los jugadores dirigen la mirada hacia el techo del Belgrado Arena, donde ubican las banderas de los seis países participantes del certamen. En el caso de los miembros de Puerto Rico, algunos llevan una de las manos al pecho y entonan el himno, “La Borinqueña”.

Otros permanecen en silencio. El himno dura entre dos a tres minutos, y es un momento especial para los integrantes del seleccionado, según admitieron algunos de ellos.

“Te diría que es algo que llena de orgullo… es parapelos. Es una experiencia única”, confesó el alero Álex Galindo. “Todas las veces canto el himno. Te llena de orgullo que otros países escuchen nuestro himno y saber que eres uno de los 12 jugadores que está representando a Puerto Rico”, dijo el mayagüezano.

Mientras, Ángel Daniel Vassallo comentó que el himno es un recordatorio “de que representamos a cuatro millones de habitantes y que tenemos 40 minutos para hacerlo. Llevar el nombre de Puerto Rico en el pecho y escuchar el himno es algo que enorgullece a uno… motiva a uno a dar lo mejor en cada juego”.

El delantero Ricky Sánchez coincidió con Vassallo.

“Es un momento que nos pone en perspectiva para saber por qué estamos aquí; para llevar el nombre de Puerto Rico lo más alto posible”, dijo Sánchez.

John Holland, en tanto, dijo que el himno nacional le hace pensar en su abuela puertorriqueña.

“Cuando lo escucho pienso en mi familia, especialmente, en mi abuela, quien fue la persona que más habló de mi herencia puertorriqueña. Siento un gran orgullo cada vez que lo escucho”, dijo Holland, al tiempo que el asistente Omar González apuntó que “escuchar el himno nos recuerda que estamos aquí por el país. Es un momento de alegría y me siento superorgulloso de representar a nuestro país”.