Canóvanas. Los ojos de los estudiantes permanecieron   fijos y los oídos sintonizados ante  los mensajes que transmitió ayer José “Piculín” Ortiz durante las charlas  que ofreció    en la Escuela Vocacional Eduardo García Carrillo.

La iniciativa  es parte de la sentencia que emitió la juez federal Carmen Consuelo Cerezo el pasado mes de  julio. Ortiz aún debe  completar 278 horas de servicio comunitario.        

Durante los discursos de media hora de duración, Ortiz llevó a los oyentes por  una travesía de los momentos más sobresalientes de su carrera como atleta y, a su vez, de las traspiés por el consumo de alcohol y sustancias controladas.

El excentro de la Selección Nacional fue arrestado en el 2011 por tener en posesión unas 278 plantas de marihuana con el fin de distribución.  Ese suceso comenzó una montaña rusa en su vida, y de repente comenzaron a aflorar todos los problemas que había arrastrado en años recientes.   

Ayer, Ortiz se dirigió a estudiantes que cursan el tercer y cuarto año de escuela superior.  

“Las adicciones no son necesarias”, dijo el excentro de la Selección Nacional de baloncesto masculino a los estudiantes.  

“Tenemos, como pueblo,  demasiados problemas sociales y el futuro de nuestra Isla depende de los jóvenes. Está bueno ya de tanto alcohol y de tantas drogas”, reclamó el oriundo de Cayey.

Ortiz recientemente estuvo 45 días en la cárcel federal cuando la juez le retiró la libertad condicionada. Durante ese tiempo, leyó 12 libros con miras a estar debidamente preparado para las tertulias. El exbaloncelista salió de la cárcel hace dos semanas. 

 Ayer, tras una de las charlas a los estudiantes, conversó con Primera Hora. 

¿Consideras  que fue justa la decisión de la juez de que debías  cumplir un tiempo en la cárcel?

“Justa o no, sí era necesario dar las 600 horas (de servicio comunitario). Lo veo desde el punto de que tengo que cumplir con las horas y con mucho gusto las voy a terminar. Esto abre una puerta para darme cuenta de  lo necesarias que son las charlas para los jóvenes. Independientemente de las  horas, tengo también como compromiso seguir dando estas charlas por el bien de la sociedad”.

Ortiz se dirigió a los jóvenes  sin regodeos, sin reservas, fue directo y, hasta cierto punto, lo  más destemplado  posible.

“Dentro de la realidad que vivimos, les recalco el significado de la segunda etapa de mi vida. Les trato de hacer entender que nadie está exento de caerse, y que todos tenemos la oportunidad de levantarnos. Lo veo como la culminación de la historia negra de mi vida”, sostuvo el también exjugador de la NBA y del baloncesto europeo.

A pesar de lo incierto que en ocasiones luce el futuro de la Isla, Ortiz no está listo para renunciar a la idea de que el futuro puede ser mejor.  

“Es un alivio que puedan  entender cuáles son los problemas que tenemos en Puerto Rico y que serán ellos  (los jóvenes) los que marcarán el camino. Está en ellos el camino a trazar y que aprendan de las experiencias ajenas”, resaltó.

Ortiz compartió que ha percibido interés genuino por parte de trabajadores sociales y maestros, tanto del sistema público como privado, para que asista a los planteles.

¿Consideras que se requiere valentía para  reconocer ante los jóvenes tus errores?

“No hay duda. Si fui valiente para crear una carrera de éxito durante 26 años, por qué no seré valiente para enmendar los errores y, sobretodo,  alertar de los problemas que tenemos en Puerto Rico con el uso y abuso de sustancias y el alcohol”.

Un área muy personal para Ortiz es la intimidación física y emocional –comúnmente conocida como bullying.

Ortiz recordó esos momentos en los que algunos le señalaban que no alcanzaría logros como deportista.  

“No me impresiona que exista. Antes no se le llamaba bullying, se les llamaban estudiantes hiperactivos, pero lo sufrí mucho. Está de moda la prevención del bullying y les ofrezco mi ejemplo para que se percaten de que  cambié eso y no lo uso como excusa para que me hicieran daño. Hay que confrontarlos y seguir para que el propio bully busque ayuda”, relató.