La última vez que un jugador de la NBA promedió un triple doble en una temporada completa el entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, aún no había sido asesinado (1963), la intervención a gran escala de los norteamericanos en la Guerra de Vietnam todavía no se había dado (1963), el hombre aún no había pisado la luna (1969), y las computadoras portátiles y los teléfonos celulares inteligentes ni siquiera aparecían en las películas de ciencia ficción.

Así de histórico y trascendental fue la gesta que logró  el base del Thunder de Oklahoma City, Russell Westbrook, tras asegurar esta semana el promedio de un triple doble durante la campaña actual 2016-2017 de la NBA –que es solo la segunda ocasión que esto ocurre desde que el base del Salón de la Fama, Oscar Robertson, lo registró con los Royals de Cincinnati en la temporada 1961-62.

Más aún, Westbrook fue un paso más hacia adelante y rompió la marca de triples dobles en una temporada que Robertson había logrado hace 55 años, luego de conseguir su número 42 el pasado domingo de forma espectacular al marcar 50 puntos –incluyendo el triple de la victoria– junto a 16 rebotes y 10 asistencias en triunfo sobre los Nuggets de Denver.

Como si fuera poco, Westbrook figura de líder anotador en la liga con 31.9 puntos por juego, segundo en asistencias con 10.4 y es el único ‘guard’ entre los mejores 10 reboteros de la liga con 10.7 por juego. Son números que comparan muy bien con los del ‘Big O’ en 1962, que tuvo 30.8 puntos, 12.5 rebotes y 11.4 asistencias.

Aparte de ello, Westbrook anotó sobre 40 puntos en 18 ocasiones en esta temporada, incluyendo cuatro ocasiones sobre la cifra de 50 puntos, y cargó sobre sus hombros al  Thunder a los  playoffs con el sexto escalafón de la Conferencia Oeste asegurado (46-34) a pesar de la pérdida de su colega Kevin Durant durante el periodo de la agencia libre el verano pasado.

El MVP  tiene nombre

Ciertamente, Westbrook no es el único candidato legítimo al galardón de Jugador Más Valioso (MVP por sus siglas en inglés) esta temporada, pues James Harden y Kawhi Leonard, de los Rockets de Houston y los Spurs de San Antonio, respectivamente, también tienen sólidos argumentos.

Harden encabeza la liga con 11.3 asistencias por juego, está segundo en anotaciones (29.3 puntos) y promedia 8.3 rebotes, amén de llevar a los Rockets al tercer mejor récord de la Conferencia Oeste (54-26) y de haber logrado  la transición a la posición de armador a tiempo completo.

En su contra tiene que lidera la liga en turnovers con  5.8 por juego (más que los 5.4 que promedia Westbrook) y hasta estableció un nuevo récord de futilidad con 455 turnovers en una temporada, siendo el primero en la historia en superar 400 errores en una campaña.

En el caso de Leonard, el alero está a años luz defensivamente sobre Harden y Westbrook, es más eficiente que ambos en su porcentajes de tiros de campo y en situaciones bajo presión  cargó a los Spurs a ser uno de solo dos equipos en la NBA con sobre 60 triunfos (61-29).

Sin embargo, sus números  (25.8 puntos, 5.9 rebotes, 3.1 asistencias) están un poco lejos con comparación a los de Westbrook y Harden.

Pero, sobre todo, está el hecho irrefutable de que la campaña que tuvo Westbrook  fue histórica. 

Con los números que puso y con su equipo en la postemporada sería una injusticia mayúscula si no fuese escogido el Jugador Más Valioso. 

Sería un robo.