Imagínese haber tenido un gran partido tras haber aportado 25 puntos y 10 rebotes en la victoria de su equipo y que al salir de la cancha en vez de recibir algún gesto de refuerzo positivo como “¡Buen juego!” lo que recibas son insultos como “Eres un bacalao comoquiera”.

Y ni hablar de los epítetos incesantes durante el transcurso del partido o las reacciones posteriores en las redes sociales, donde muchos “guerreros del teclado” o “coaches de sofá” derivan un éxtasis enfermizo dedicando parte de su tiempo a hostigarte, no importa si ganas o pierdes, si tienes un buen juego o no. 

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Es palo si bogas y palo si no bogas. Comoquiera estás frito.

Bienvenido al mundo de Peter John Ramos, centro de 7’4” estatura de los Vaqueros de Bayamón y que ha vestido la camiseta nacional por cerca de una década, pero a pesar de eso lleva cerca 15 años sirviendo como el ‘punching bag’ favorito de fanáticos inescrupulosos, que han visto en este jugador el perfecto blanco para descargar su crueldad y sus frustraciones personales. 

“En verdad es difícil, es frustrante. Siendo uno de aquí de Puerto Rico, habiendo representado el país desde juvenil, no puedo entender esa actitud hacia mí. Yo vengo a Puerto Rico por cuatro o cinco meses al año y suelen ser de angustia. En vez de uno sentirse querido y protegido en Puerto Rico, es lo contrario. Aquí nos tiramos unos a los otros”, dijo Ramos a Primera Hora tras ser abordado con el asunto luego de que su dirigente con los Vaqueros de Bayamón, Francisco ‘Paco’ Olmos saliese en su defensa hace un par de semanas, sorprendido  por el abuso verbal constante que recibe su jugador.

“Cuando yo llego de jugar de China o Filipinas,   uno lo que desea es sentirse bienvenido, que te aprecien, que te saluden, que uno pueda compartir con los fanáticos. Pero en vez de eso, en la mayoría de las ocasiones lo que recibo son malas miradas, gritos, insultos. Estás en tu país, donde se supone que  la gente te trate mejor, te defienda y no es así. Es todo lo contrario al trato que recibo en China o en Filipinas, donde la gente me quiere. Nunca lo he podido entender”.

Y no es que Ramos haya sido un santo o sea un ser perfecto. De hecho, recientemente fue suspendido por dos juegos tras protestar airadamente una técnica de un oficial. Pero en la gran mayoría de los juegos ha mantenido su ecuanimidad, aun cuando los insultos a su persona son casi tan comunes como comer y dormir. 

“Me he quedado sorprendido con el ‘bullying’ que recibe Peter, las malas palabras, los insultos. Es increíble ver cómo mucha gente busca destruirlo como ser humano para que su desempeño disminuya. Es una conducta inaceptable en cualquier tipo de trabajo”, indicó Olmos.

“Yo entiendo que se debe apoyar al equipo de la casa e increpar al equipo visitante, pero que el insulto sea nuestro vocabulario constante no puede ser algo normal”.

Olmos no había tenido relación alguna con Ramos previo a llegar a Bayamón y el canastero no figuró en las plantillas que tuvo bajo su dirección en el Equipo Nacional en el 2013 y 2014, pero el técnico español afirma haber forjado un buena conexión con el jugador desde hace un mes atrás y admite haberse sentido afectado por la situación que enfrenta su jugador. 

“Peter es un buen ser humano, con sus virtudes y defectos, pero exhibe mucho afecto a sus personas más allegadas. Pero toda esa negatividad que recibe de mucha gente en el público ciertamente le han creado una coraza defensiva que es difícil penetrar. Es un chico que el público ha dañado bastante. Porque él puede medir más de siete pies, ser un tipo grande, fuerte y hasta tener un tatuaje de Súperman, pero sigue siendo un ser humano que se afecta emocionalmente por el abuso constante que recibe en su propio país. Es algo nauseabundo”, dijo Olmos.

“Este tipo de actitud de ciertos fanáticos es nociva para nuestra sociedad, para el deporte y hasta para nuestros niños. Y defiendo a Peter como defendería a cualquier jugador en una situación similar, aunque nunca había visto un caso de semejante magnitud. Hasta mis propios hijos, que son pequeños, no entienden por qué la gente trata así a Peter”.

Así las cosas, Ramos se refugia en el cariño de sus ocho perros ‘micro pit bulls’, a quienes considera sus hijos, y quienes solo le brindan amor incondicional, en vez de juicios y ofensas.

“Soy una persona que juego baloncesto y me voy para mi casa. Yo no ‘jangueo’ por ahí, no busco problemas con nadie. Mis ‘jangueos’ son ir al cine con mi novia, ir a comer a un restaurante, o estar en casa con mis perros, que hasta duermen en mi cuarto”, dijo Ramos.

“Por eso me sorprendo a veces cuando llego de mis juegos, me meto en Facebook, y aún si he tenido un buen juego comoquiera tienes gente criticando, ‘bulleando’. Y yo me digo: ¿Qué más quieren? ¿Qué le he hecho a esa gente? No sé ni qué les he hecho. No lo puedo comprender”, finalizó.