En sus propias palabras...

Tal vez uno de los artículos más fascinantes en esta colección es un escrito de dos páginas en las que el astro boricua describe cómo comenzó a jugar béisbol cuando se criaba en el barrio San Antón de Carolina. 

Según su sobrina Janet, hija de Matino, las páginas corresponden a una autobiografía que Clemente se propuso escribir pero que nunca terminó. A continuación, un extracto de lo que dice el documento.

“Nací en un barrio de Carolina llamado San Antón el 18 de agosto de 1934. Son mis padres Melchor Clemente y Luisa Walker.

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Desde pequeño, he sentido afición por jugar pelota, fuese de trapo la pelota o de goma. Pero comoquiera me gustaba.

El lugar donde jugábamos cuando yo tenía cinco años, no era propicio para jugar porque había mucho fango, habían muchos árboles dentro de la liga –que era como le llamábamos- y habían muchos vidrios.

Como jugábamos descalzos, nos dábamos muchas heridas. Pero tanto era el amor que sentíamos por el juego, que ni cortándonos los pies dejábamos de jugar.

Mis compañeros me decían Momen desde pequeño. Cuando iban a llevar a cabo un juego, todos me querían coger a mí. La bola era de goma y el bate era una bambúa. La cerca tenía como 100 o 150 pies aproximadamente. 

Yo todos los días bateaba como 10 horas porque jugábamos de 11:00 a.m. hasta las 6:30 p.m.

Seguí jugando con la bola de goma hasta que mi hermano mayor me empezó a enseñar bola dura, o sea, baseball.

Entonces ya no jugaba en la liga donde había muchos inconvenientes, sino que jugaba en la escuela de mi mismo barrio de San Antón. Era y todavía es muy estrecha, y los salones están muy cerca del poquito de terreno que había. 

Contaba con 14 años cuando por primera vez jugué pelota organizada, o sea, Futuras Estrellas con el San Juan Dodgers. Jugué bastante bien y me desempeñé en la tercera base. Lucí bastante en esta base.

Al otro año volví a jugar Futuras Estrellas pero con la Mueblería Nydia. Tuve promedio de .356 y jugué el shortstop, que es la base que más y mejor he desempeñado.

Después de estos dos años de jugar Futuras Estrellas de 15 años, vestí las franelas del varsity de softball de la escuela Dr. Clemente Fernández, donde cursé mis primeros cuatro años de estudios.

Tan solo habíamos dos muchachos en el varsity, uno de 16 y yo que tenía 15. Todos los que jugaban en el varsity eran veteranos de la Segunda Guerra que se encontraban estudiando por un plan del gobierno. 

Mi amigo, que jugaba igual que yo, se llama Justino Sánchez, el amigo inseparable mío. Un muchacho que desde que jugamos juntos ha prometido mucho en la pelota. Es primera base y batea bastante bien.

Él jugaba primera base y campocorto y nos robábamos el show cuando había juegos contra otras escuelas.

Cuando al otro año empezaba el torneo de Clase A, Segundo Burgos se interesó en que yo jugara, pero tenía nada más que dos años de experiencia y no había encontrado alguien que me corrigiera ciertos defectos que tenía. Tanto estuvo detrás de mí que me decidí a jugar baseball Clase A.

Como en los otros dos años, era el más joven del grupo. Hacía falta short stop y como yo tenía un buen brazo me probaron en el campocorto y senté al otro muchacho que lo jugaba bien pero no bateaba. Decían que me querían a mí porque tenía buen brazo del short a 1B y bateaba.

Yo no sabía si bateaba bien y fildeaba bien. Lo que sabía era que tenía un buen brazo del short a 1B.

Después de Clase A, seguí jugando en la escuela de mi barrio. Aquí pasé a otra etapa en mi vida en pista y campo, pero no la voy a contar debido a que quiero mencionarles parte de mi vida como pelotero”.


Puño y letra
Algunas de las páginas de los folios que atesoran Justino y su familia poseen apuntes realizados por el propio Roberto a inicios y durante su carrera.

(andre.kang@gfrmedia.com)
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Arriba, arriba
Un detalle curioso es que en cada ocasión en que se le mencionaba en los artículos de periódico, su nombre siempre aparece subrayado, a veces en rojo.

(andre.kang@gfrmedia.com)
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El traje que nunca faltó

Matino cuenta que Momen siempre vestía con chaqueta, y que a veces llegaba al Sixto Escobar con un traje y cuando se iba salía con otro porque dejaba algunos en su casillero allí. A la izquierda, Matino y Clemente escoltan a su madre Luisa Walker, en una de las muchas y valiosas fotos familiares que don Justino guarda.

(andre.kang@gfrmedia.com)
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Tiempos felices

Recortes de decenas de fotos e historias periodísticas sobre Clemente y sus hazañas con los Piratas de Pittsburgh son parte de los libros.

(andre.kang@gfrmedia.com)
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Hojas de historia

Clemente traía a la isla los álbumes de recortes de periódicos con box scores y hasta promociones en las que se le mencionaba para mostrarle a su familia cómo le estaba yendo en el béisbol estadounidense. Según la familia de Matino, algunos de estos fueron recopilados por una mujer llamada Bárbara, que fue amiga y una de las principales fanáticas de Clemente.

(andre.kang@gfrmedia.com)
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