“Le dije a mi esposa que una de mis metas estando retirado va a ser dirigir un equipo en las Grandes Ligas. Me gustaría hacerlo y ojalá se me dé la oportunidad. Siento que puedo impactar jugadores jóvenes con todo lo que aprendí durante mi carrera. Lo que he aprendido lo implantas en un equipo para tener cierta cultura ganadora. Sé que hay oportunidad”, manifestó Beltrán ayer a Primera Hora.

De hecho, varios periodistas y medios lo sugirieron como un candidato que le caería bien a los Yankees de Nueva York, una organización que ha dejado entrever que busca un dirigente distinto al piloto tradicional y que pueda trabajar y servir de mentor a sus valiosos prospectos, algo que Beltrán ya ha hecho como jugador de dicho plantel.

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“He recibido llamadas y textos de los gerentes de casi todos los equipos para los que jugué, dejándome saber que si quiero hacer algo dentro del béisbol les deje saber. Siempre traté de hacer las cosas bien dentro y fuera del terreno, y creo que eso me creó credibilidad y respeto entre los gerentes y los jugadores”, continuó.

También siente que es un privilegio que lo consideren digno de estar en el Salón de la Fama de Cooperstown, donde, de llegar, sería el quinto boricua junto a Roberto Clemente, Orlando Cepeda, Roberto Alomar e Iván Rodríguez.

“Me siento feliz de estar en esa conversación. Sí he conocido a muchos reporteros que me han dicho personalmente que van a votar por mí. Como pelotero, no sé cómo definir lo que es un Hall of Famer. He visto a tantos que tienen las credenciales y no están (en el Salón). Es algo confuso para mí, pero que ellos consideren que puedo entrar me llena de orgullo y no solo por mí y mi familia, sino por Puerto Rico, porque sería una cosa bonita para nuestra Isla”, comentó.

Y aún con la emoción de su primer anillo de Serie Mundial intacta, dijo que esta misma semana vendrá a la Isla para ayudar a repartir personalmente suministros a los perjudicados por la devastación del huracán María, algo que ya había estado haciendo su fundación y para lo que colaboró con unos seis aviones cargados de suministros 

“Si Dios lo permite voy con mi esposa a ayudar, que es algo que he querido hacer desde el huracán y quiero estar con mi gente y vivir lo que mucha gente está viviendo. Poder llegar a lugares y llevar ayuda. Quiero hacer eso. Es algo que tengo en mi corazón y es un llamado que siento tengo que hacer. La fundación (Carlos Beltrán Foundation) trabaja todos los días en la Isla y estamos orgullosos de los que se está haciendo aunque no hemos estado. Pero ahora me toca estar allá y estaré hasta el domingo. Pero regreso en diciembre y enero para seguir ayudando, concluyó.