WEST PALM BEACH. Carlos Beltrán y A.J. Hinch, su dirigente con los Astros de Houston, fueron compañeros de equipo. Pero eso fue hace mucho tiempo, con los Reales de Kansas City en 2002.

Y cuando Beltrán, de 39 años, se presentó al campamento de pretemporada y se encontró con Adam Everett, su compañero en su breve paso con Houston en 2004, el puertorriqueño se enteró que Everett ahora se desempeña como coach en el sistema de ligas menores de la organización.

De vuelta con los Astros, Beltrán se encuentra en una situación muy distinta a la de su primer ciclo en Houston, pero tiene la convicción que se suma a un equipo que puede darle ese esquivo anillo de campeón de la Serie Mundial.

“Sentimos que tenemos una buena posibilidad en nuestra división”, dijo Beltrán.

Al preguntársele cómo han cambiado las cosas desde la última vez que lució un uniforme de los Astros, Beltrán se quitó la gorra para mostrar su calvicie. “Tenía pelo”.

Más en serio, Beltrán reflexionó sobre esa campaña.

“Guardo bonitos recuerdos de 2004. Vine de Kansas City, donde no éramos contendores”, dijo. “Y de repente me cambiaron a un equipo repleto de súper estrellas en el camerino y fue abrumador”.

Beltrán fue transferido a los Astros en junio de 2004, y su aporte en la postemporada de ese año perdura como uno de las mejores actuaciones en la historia de los playoffs. Bateó para .455 con cuatro jonrones y nueve impulsadas para vencer a Atlanta en la serie divisional. Añadió un promedio de .417 con otros cuatro jonrones y cinco impulsadas en la serie de campeonato de la Liga Nacional que Houston perdió ante los Cardenales.

Firmó como agente libre con los Mets de Nueva York tras esa campaña, pero atesora su debut de postemporada con ese equipo de Houston, que contaba con el trío ofensivo de Craig Biggio, Jeff Bagwell y Lance Berkman, amén de los ases Roger Clemens y Andy Pettitte.

“El que pudiera jugar junto a esos peloteros fue un aprendizaje en mi carrera, pude verlos de cerca y hacerles preguntas”, señaló Beltrán. “Y ahora me toca, como un veterano, competir y poder servir de ejemplos a los demás”.

Ese liderazgo de Beltrán es esencial para un equipo que cuenta con un núcleo conformado por talentosos, pero muy jóvenes jugadores. Pero los Astros no le pagarán un salario de $16 millones este año para que sea solo un mentor en el terreno.

“Creo que se va a hablar mucho sobre el impacto que tendrá tras bambalinas, y lo cierto es que no quiero menospreciar la clase de impacto que precisamos de él dentro del terreno”, señaló Hinch. “Sigue siendo productivo. El paso del tiempo no le afecta como a la mayoría de nosotros. Tenerlo en nuestro equipo bateando cerca de la parte medular del orden, la solvencia con la que juega, su inteligencia, que es un buen tipo. Todas esas cosas que se recitan cuando mencionas su nombre avalan lo especial que es”.

Beltrán jugó con los Yankees y Vigilantes el año pasado, bateando para .295 con 29 jonrones y 93 impulsadas.

En la que será su 20ma campaña en Grandes Ligas, Beltrán deberá desempañarse principalmente como el bateador designado, pero también quiere que lo pongan en los jardines. Sin embargo, los Astros cuentan con George Springer y Josh Reddick como titulares del central y el derecho, por lo que Beltrán tendría espacio en el izquierdo, posición que solo ha defendido dos veces, con ambos juegos en 2000 con los Reales.

“Es un jugador con experiencia y no creo que sea algo que le desconcierte”, dijo Hinch.