En 1994, el béisbol de las Grandes Ligas atravesó por una de las situaciones más complejas dentro de su largo historial. Por cuarta ocasión en 22 años, un paro laboral de los peloteros frenó la temporada regular. Solo que esta vez la frágil relación entre los dueños de los equipos y la Asociación de Peloteros tuvo consecuencias nefastas como la cancelación de toda la postemporada y un trofeo de Serie Mundial vacante.     

La coyuntura no solamente significó pérdidas de millones de dólares en ingresos y salarios, además, previó a un puñado de jugadores puertorriqueños de alcanzar metas personales y hasta de participar en los playoffs.

Por meses desde el cierre de la temporada del 1993, las diferencias entre los dueños de los equipos y los representantes de la Asociación de Peloteros fueron escalando hasta que el 12 de agosto de 1994, le dieron paso a una huelga en protesta por la falta de un nuevo convenio colectivo y las insistencias de los propietarios de establecer un tope salarial.

Aunque se hicieron esfuerzos para ponerles punto final a los estancamientos, el comisionado Bud Selig ordenó la cancelación de la Serie Mundial de esa temporada, algo que no ocurría desde 1904.

No fue hasta el 31 de marzo de 1995 que la disputa concluyó. La juez del distrito de Nueva York, la puertorriqueña Sonia Sotomayor,  emitió una orden restrictiva contra los dueños, decisión que dio paso a un acuerdo satisfactorio entre los bandos.

Al momento de iniciar la huelga, los extintos Expos de Montreal (74-40) tenían el mejor récord en las Mayores y estaban en la cima la División Este por seis juegos sobre los Bravos de Atlanta después de haber ganado 20 de los previos 22 desafíos. En la escuadra de los Expos se encontraba el mayagüezano Wilfredo “Coco” Cordero, quien era el siore regular y gozaba de una sólida temporada en términos ofensivos.

En la Liga Americana, los Yanquis de Nueva York lideraban la División Este por seis juegos y medios sobre los Orioles de Baltimore. Sin embargo, los puertorriqueños Bernie Williams y Danny Tartabull sacrificaron la oportunidad de guiar a los Yanquis a la postemporada por primera vez desde 1981. En la División Oeste, los Vigilantes de Texas tenían un récord (52-62) perdedor, pero solamente dos juegos los separaban de los Marineros de Seattle, que estaban terceros con marca de 49-63. La huelga dejó en el camino a Iván Rodríguez, Juan “Igor” González y Junior Ortiz de jugar en los playoffs. Asimismo, los Atléticos, encabezados por Rubén “Indio” Sierra, no tuvieron la oportunidad de alcanzar y desplazar a los Vigilantes.

En términos individuales, Carlos Baerga se quedó corto de completar tres temporadas consecutivas con por lo menos 20 cuadrangulares, 200 incogibles y sobre 100 carreras remolcadas. El intermedista de los Indios de Cleveland, terminó con 19 jonrones, 80 impulsadas y 139 hits.

No obstante, Roberto Alomar, Iván Rodríguez y repitieron con el galardón de Guante de Oro por la labor defensiva en sus respectiva posición en la fase regular.

Pero, después de tantos partidos, interminables horas viajando de estado en estado, nadie disfrutó la ocasión de levantar sobre sus hombros el trofeo de la Serie Mundial.

Por suerte, en abril de 1995 la disputa llegó a su final y desde entonces el béisbol está en el lugar que merece.