Eran las 6:30 p.m. del miércoles, cuando todavía la oscuridad no se había derramado sobre el terreno de juego del estadio Hiram Bithorn, en San Juan, cuando el lanzador puertorriqueño de los Mellizos de Minnesota, José Orlando Berríos, salió desde el dugout de su equipo para comenzar a calentar.

En su gran noche, en la que fue el pitcher inicialista del segundo de dos juegos entre Minnesota y los Indios de Cleveland, ese sencillo gesto desembocó en un sonoro aplauso desde las gradas sin techo que estaban ubicadas al lado del bullpen de los Mellizos, donde la familia y amigos del jugador se apostaron por dos días para disfrutar de la serie.

Una vez Berríos llegó hasta la línea del jardín derecho del histórico estadio, casi al frente de las gradas ocupadas por sus fanáticos, no quedó un alma sentada. Todos, hombres, mujeres y niños, se pusieron de pie y con sus celulares en mano comenzaron a tomar fotos del momento en que el joven comenzó a calentar. El ritual continuó mientras el atleta entró al bullpen para continuar con el calentamiento.

“Vamos arriba”, le gritó alguien, mientras su mamá, Magaly Torres lo miraba con admiración. Otros le decían “Viene, caballete”.

Una vez se cantaron los himnos de Puerto Rico y de Estados Unidos, interpretados por Pedro Capó y Marileyda, respectivamente, las personas comenzaron a acomodarse.

A las 7:05 p.m., Berríos se encaminó al montículo del Hiram Bithorn. Cuando lo anunciaron, el #teamberríos irrumpió en gritos y aplausos. Cuando anunciaron al primer bateador que enfrentaría, el puertorriqueño Francisco Lindor, a lo lejos de escuchó otro rugido.

1,2,3, pa fuera Lindor, y los Berríos se pusieron de pie.

Jason Kipnis conectó un hit, lo que hizo que se escuchara un “ahhhhhh”. El resto de la parte alta de la primera entrada transcurrió entre gestos de tensión, exclamaciones de “esto está empezando” y “con calma, con calma” para un poco más relajados cuando se produjeron los últimos dos outs.

En la parte baja de esa primera vuelta, el grupo aprovechó para comprar piñas coladas. Pero también celebraron el robo de base de Miguel Sanó y el turno al bate del puertorriqueño Eddie Rosario, quien produjo el tercer out.

Para la segunda entrada llegó la caballería, en la forma de una campana y pleneras. La primera que sonó la campana, lo que provocó que muchos brincaran de sus asientos, fue doña Magaly.

Yonder Alonso se fue de out con bombo al jardín derecho y Roberto “Bebo” Pérez se ponchó. La campana sonó en ambas ocasiones.

“Dale, Orlandito, papi. Uno más”, se escuchó.

Hit de Tyler Naquin bajó los ánimos del grupo. Pero cuando ponchó a Bradley Zimmer, los pleneros se activaron. “Oe, oe, oe, oe. Oe, oe” fue el coro que se activó mientras las pleneras se hacían sentir. Una chica se levantó con un letrero que leía “K3”, significando el número de jugadores ponchados.

El encuentro seguía 0-0.

Al comienzo de la tercera entrada, un camarógrafo llegó a la grada ocupada por el #teamberríos. Los pleneros se activaron y el grupo de puso de pie. Todo se detuvo cuando anunciaron que Lindor volvía al bate. El campocorto de los Indios bateó dentro del cuadro y fue sacado de out en primera, para beneplácito de los Berríos.

Con Jason Kipnis y José Ramírez fuera por outs, se acabó esa parte de la tercera vuelta. Mientras, el lanzador de los Indios, Carlos Carrasco, lanzaba en la parte baja de la tercera, muchos en el bando de Berríos aprovecharon para tirarse fotos. Había que inmortalizar este día.

En la cuarta entrada, el grupo volvió a tomar viva. “Una buyaaaaaa” pidió un caballero. “Eeeeeeeee”, le respondieron. Los gritos volvieron a oírse con el ponche a Edwin Encarnación, el cuarto de Berríos en la noche.

Con el quinto ponchado de Berríos, Naquin, se activó el corillo. Era la alta de la quinta, y el marcador seguía 0-0. Cuando se marcó el tercer out, con Zimmer, la algarabía volvió.

Al final, Berríos lanzó siete entradas en las que permitió solo tres hits y cinco ponches. El bayamonés no defraudó a los suyos.

Fiesta y orgullo

Tras ser relevado en la octava entrada por Addison Reed, los progenitores del jugador y uno de los primeros dirigentes del atleta, Eddie Pérez, no podían sentirse más orgullosos.

“Estoy bien orgullosa porque hizo lo que esperábamos. Tuvo un buen juego. Lo tiró todo en cero. No lo pudo terminar, pero llenó nuestras expectativas. Lanzó como queríamos”, dijo la mujer, quien reconoció que se sintió ansiosa pero que también gozó muchísimo con la algarabía del grupo que la acompañó.

“Esta fanaticada de Orlandito es bien sandunguera”, agregó.

Por su parte, Pérez expuso que Berríos siempre se perfiló como un gran jugador, que se probó en todas las posiciones. De hecho, el entrenador pensó que su pupilo llegaría a desempeñarse en la receptoría.

“Tuve el privilegio de dirigirlo en la categoría de cinco y seis años, y desde temprana edad supimos que podía llegar a donde está. La habilidad siempre estuvo. En esa época, yo fui como un maestro que lo mantuvo jugando, que era lo que él quería. Desde chiquito él solo pensaba en jugar”, declaró Pérez, quien también dijo sentirse orgulloso de lo que ha logrado su expelotero.

“No hay nada de que estar triste. Si pierden el juego, el béisbol es así. Hoy se gana y mañana se pierde. Él demostró aquí lo grande que va a ser”.

Mientras, el padre del beisbolista, Ángel Berríos, le agradeció al país el apoyo que le brindaron a su vástago en estos días.

“Estoy emocionado con el desempeño de mi hijo y agradecido del pueblo puertorriqueño que vino a ver esta serie”, manifestó.

Por último, Torres comentó en tono de vacilón que Lindor no se “atrevió” a sacar un cuadrangular ante los lanzamientos de su hijo, cosa que momentos antes de comenzar el partido de ayer le había pedido al pelotero cagüeño.

 "Aquí estamos para darle apoyo a Orlandito porque sabemos que va a ganar”, dijo en ese momento. “Ayer nos disfrutamos a Lindor, pero yo espero que hoy (anoche) no se atreva a dar ni un jonrón porque Orlandito lo va a ponchar", compartió ahogada de la risa.