Mucho se ha hablado sobre la “invasión japonesa” en la Liga de Béisbol Profesional de Puerto Rico, luego que ocho jugadores orientales se integraran a las plantillas de los Gigantes de Carolina y los Criollos de Caguas para el presente torneo.

Pero, la realidad es que el viaje se ha realizado más a la inversa, pues desde hace más de tres décadas han sido muchos los peloteros boricuas que han jugado en la “Tierra del Sol Naciente”. Allí han jugado los veteranos de los Gigantes de Carolina, Pedro Valdés e Hiram Bocachica, al igual que jugadores como Leo Gómez, Cirilo Cruz y el lanzador José “Iche” Santiago, entre otros.

Y este año, la delegación boricua en tierras niponas incluyó a los lanzadores Jonathan Albaladejo, Giancarlo Alvarado, Luis González y Dicky González; el inicialista de los Indios de Mayagüez, Randy Ruiz; y el jardinero de los Criollos de Caguas, Edgardo Báez.

Primera Hora dialogó con algunos de estos jugadores para conocer más de cerca la experiencia en el béisbol japonés.

Los fundamentos

Todo aquel que ha visto a los asiáticos jugar en el Clásico Mundial de Béisbol se ha dado cuenta que las pequeñas cosas del  béisbol cobran vital importancia en su juego. Hacen mucho énfasis en el bateo y corrido, y el toque de bola siempre es una opción. 

“En la Liga de Japón se juega mucho más fundamentos. Se toca desde el  primer inning. No importa quién esté bateando, hay mucho hit and run”,  sostuvo Hiram Bocachica, quien militó con los Saitama Seibu Lions por dos temporadas en el 2007 y 2008.

De igual manera, se expresó el abridor de los Leones de Ponce, Giancarlo Alvarado, al destacar que todos los jugadores en Japón saben tocar, por lo que tuvo que realizar ajustes en su manera de lanzar.

“Todo el  béisbol es diferente, hacen jugadas que no van. Por ejemplo, si en la primera entrada el primer bate llega a la primera base, el próximo jugador toca. Si lo que dieron fue un doble, el bateador que viene detrás va a tocar”, explicó  Alvarado tras asegurar que tuvo que meditar varias veces y tomarlo con calma al enfrentarse en ese tipo de situaciones.

Otro jugador que tuvo que realizar grandes ajustes en su bateo al llegar a Japón fue el primera base de los Gigantes de Carolina, Pedro Valdés. El loiceño, que militó con los Fukuoka Daiei Hawks por cuatro temporadas a partir del 2001, ocupó en Japón una posición diferente a la que estaba acostumbrado en la alineación. 

“Yo siempre había bateado en el cuarto y quinto lugar de la alineación y el dirigente me dijo que iba a ser el segundo bate del equipo, por lo que tenía que tocar la bola. Así que tuve que trabajar todo los días para hacer eso, porque yo no sabía bien tocar la bola”, aseguró Valdés.

El “pitcheo”

Los jugadores que más sufren los cambios entre el béisbol que se practica en Occidente y el que se juega en Oriente son los lanzadores.

“El iniciador hace sobre 120 lanzamientos (por juego), que es algo que no se ve mucho en las ligas en América. Es un béisbol bien balanceado y fuerte. Son bien exigentes y los peloteros tienen que estar en unas condiciones óptimas”, sostuvo Alvarado, quien tuvo récord de 2-7 y efectividad de 2.72 este año con el Hiroshima Toyo Carp.

“El pitcheo allá se maneja distinto. Un pitcher puede estar tirando un no-hitter y si en la alineación (contraria) vienen tres zurdos a batear, pues lo sacan del juego. No es como en Estados Unidos que  dejan al lanzador hasta que le rompen el no-hitter. Quizás, el único lanzador que juega todo el partido es el estelar”, dijo Valdés antes de recordar que sólo jugadores de la talla de Daisuke Matsuzaka (hoy con Boston) lanzan un partido completo en ese tipo de situación. 

Hay que producir

Como ocurre en todos lados, los extranjeros que son contratados en Japón deben producir en grande, porque allí no  dan más de dos oportunidades. 

“Ellos juegan con cuatro jugadores extranjeros en el róster del equipo grande. Puede haber 20 extranjeros en las Ligas Menores. Ellos te trajeron allí porque tú eres el mejor para realizar el trabajo. Si  entienden que no lo estás haciendo, te bajan rápido. Allí no es como en Estados Unidos que lo que no hiciste hoy, mañana lo coges”, explicó Alvarado.

Una situación similar vivió el primera base de los Indios de Mayagüez, Randy Ruiz, este año con el Tohoku Rakuten Golden Eagles, cuando fue bajado a las Ligas Menores luego de acumular un promedio de bateo de .195 en 38 desafíos. 

“Tan pronto te contratan tú sabes que debes producir porque rápido que llegas allá te das cuenta que no lo piensan dos veces para bajarte. En eso se diferencian con las ligas de por acá. Por ejemplo, este año yo comencé mal y terminé en las Ligas Menores. Toda la culpa fue mía, no produje de la forma que debía hacerlo y no pude subir nuevamente”, aseveró Ruiz, quien  promedió .300 en 30 partidos luego de ser descendido. 

Práctica, práctica y más práctica

Dice el refrán popular que la práctica hace la perfección y la cultura beisbolera japonesa es fiel creyente de eso. 

Se practica el bateo con dos jaulas   cuando el equipo está como local, mientras en los días libres se pueden convocar entrenamientos de cuatro horas y se puede estar todo un mes practicando un movimiento en específico. 

“Ellos henfatizan mucho en la práctica. Si yo realizaba algo mal en el juego, sabía que iba a estar durante semanas trabajando hasta que salga como ellos lo desean. Aunque suene duro, ellos son los que deciden cuando lo haces bien; tu opinión no cuenta”, mencionó el relevista de los Leones de Ponce, Luis González, sobre su experiencia con los Yokohama BayStars este año. 

Bocachica fue más allá al explicar el trabajo de los jugadores de posición en cada práctica. 

“Lo primero que tiene que hacer un jugador es adaptarse a que va a tener que trabajar en dos batting cages (jaulas de bateo). En uno tienes a un pitcher zurdo lanzando y en el otro a uno derecho. Cada jugador de posición batea cada seis minutos sin parar en los dos batting cage. En cada práctica tú haces muchos swings y créeme cuando digo que luego de eso vas a estar listo para lo que venga en los partidos”,  aseveró.

Estricto código de conducta

Todos los equipos dentro de la Liga Japonesa se rigen por un estricto código de conducta donde cada cual debe velar por el bien de sus compañeros. 

Incluso, una falla puede implicar trabajo extra, disculpas públicas y una multa.

“Allí (en Japón) hay que seguir las reglas. Hubo tres peloteros que fallaron el curfew y pasaron la noche fuera del dormitorio. Entonces, al otro día tuvieron que disculparse con los lanzadores en la reunión matutina, luego tuvieron que pedir disculpas al resto del equipo, le pusieron una multa de 1,000 dólares y, luego de la sesión de estiramiento, los hicieron correr de un extremo a otro del parque durante toda la práctica. Estuvieron tres días corriendo y cada día aumentaba la cantidad de veces que corrían de un lado al otro del estadio”, señaló González.

El respeto ante todo

Todos los jugadores entrevistados coincidieron en que el respeto que sienten los fanáticos por el juego hace que los peloteros se mantengan positivos aún en sus peores momentos. 

“Desde que escuchan tu nombre ellos están celebrando porque son bien positivos y entienden que vas a tener un buen desempeño. Me tocaron varios partidos en los que estábamos atrás en el marcador por nueve carreras y ellos seguían con el mismo ánimo. Eso te llena y te da un empuje más cuando ya has llegado a tu máximo”,  explicó Valdés antes de mencionar que cada jugador tiene su propia canción coreada por un grupo de fanáticos que audicionaron para estar sentados en el jardín derecho. 

El jardinero de los Criollos de Caguas, Edgardo Báez, fue más allá al comparar su estadía con las filas de los Fukuoka Softbank Hawks con la película Mr. Baseball de Tom Selleck.

“Ellos son bien respetuosos con los jugadores. Incluso, a veces ni se atreven a mirarte a los ojos. Te hacen reverencia. A todos los que me preguntan sobre mi vida allá les digo que vean la película Mr. Baseball. En esa película uno puede ver parte de lo que yo viví allí. Sobre todo el respeto, el proceso de adaptación y el choque cultural inicial”,  indicó Báez, quien jugó siete partidos en el sistema de liga menor de los Softbank.

“Si aquí se aplicara el respeto y el orgullo que ellos tienen por el juego todo sería mejor. Todo es un ritual. Los jugadores tienen que saludar al público al inicio y final del juego. Para ellos el juego es lo más grande y por eso cuando fallan y cometen un error, trabajan el triple para mejorar”, dijo González.