La vida de los hermanosHéctor y Anthony Santiago está ligada al béisbol con la misma fuerza de sus lazos sanguíneos.

Nacieron con un año y nueve meses de diferencia e hicieron sus pininos en el béisbol de la misma manera, a instancias de su padre Héctor, quien se desempeñó por 25 años como coach y árbitro de béisbol en Newark, Nueva Jersey.

Y para completar su singular historia, ambos fueron firmados como lanzadores profesionales por los Medias Blancas de Chicago. Sin embargo, la Liga de Béisbol Profesional Roberto Clemente, cuyo torneo nacional arrancó anoche, les dará a los Santiago la oportunidad de vivir algo que aún no les ha permitido vivir los Medias Blancas y que, aparte de eso, no viven desde la niñez.

“Es algo por lo que había esperado desde hace mucho tiempo”, reveló Héctor Santiago sobre la participación de ambos en una misma novena, la de los Gigantes de Carolina.

La persona que propició el junte fue el gerente general y dirigente de los Gigantes, Edwin Rodríguez. Este gestionó y logró la semana pasada un cambio con los Indios de Mayagüez para adquirir a Anthony con tal de lograr unirlo a su hermano en Carolina. Detrás de la movida estaba obviamente lograr que Chicago le diera el permiso a Héctor para lanzar en la Isla un tiempo, esto bajo el contexto emotivo de permitir a los dos hermanos cumplir el sueño de jugar en un mismo equipo profesional.

“Cuando Edwin me dijo que se había completado el cambio, me sentí superfeliz. Chicago me había dicho que quería que yo descansara el brazo, pero les dije que no podía hacerlo al saber de la noticia de que mi hermano estaría jugando conmigo en el mismo equipo en Puerto Rico. Ellos sabían cuán grande era mi deseo de estar jugando junto a él”, aseguró Héctor, quien esta temporada, con 24 años, asumió todos los roles que un lanzador puede realizar con los Medias Blancas.

No era un secreto para Chicago el deseo de Héctor de que su hermano menor vistiera su mismo uniforme. El zurdo buscó que la organización enviara a algún escucha al College of Central Florida para evaluar a Anthony al inicio del verano.

“Llevo seis años en la organización y ellos saben que siempre hablo con la verdad. Me acerqué a un scout para hablarle de que mi hermano había jugado en República Dominicana y en varios colegios buscando una oportunidad de firmar y que nadie se la había dado. El scout me dijo que a mi hermano lo estaban observando en su colegio, pero que tenían dudas con su bateo. Entonces, me atreví a hablar a Buddy Bell (vicepresidente y asistente del gerente general del equipo). Le dije: ‘llevalo a spring training y dale un chance en cualquier posición’. Entonces, Bell me preguntó si era cierto que tenía un buen brazo y yo le respondí de forma afirmativa. Le hablé de lo duro que lanzaba a la segunda base antes de aclararle que Anthony había jugado como lanzador en high school”, recordó Santiago.

Los Medias Blancas creyeron en las palabras de Héctor y firmaron a Anthony como agente libre el 23 de junio de este año.

“Bell me dijo: ‘Vamos a firmarlo para ver qué puede dar’. Lo enviaron a Bristol (Filial de los Medias Blancas en la Appalachian League, Liga de Novatos ) y comenzó a realizar lanzamientos entre las 88 y 92 millas por hora. Le dieron el chance y no defraudó”, sostuvo Héctor con ese brillo especial que hay en la mirada de un orgulloso hermano mayor.

Anthony rápidamente puso manos a la obra. En varias semanas hizo la transición de receptor a lanzador y el 13 de julio tuvo su primera aparición en la lomita con los Bristol White Sox. Mes y medio más tarde, terminó la Liga de Novatos con marca de 0-2 y efectividad 7.62 en ocho desafíos.

Para Anthony, el menor de la familia Santiago, el junte en Carolina es otra oportunidad para absorber los conocimientos de Héctor, quien culminó esta temporada en las Mayores con récord de 4-1 y efectividad de 3.33 en 42 juegos.

“Constantemente estoy aprendiendo. Desde pequeño observo todo lo que hace y cómo lo hace. Siempre he querido ser como él porque siempre ha sido mi modelo a seguir”, dijo Anthony con una sonrisa luego de asegurar que Héctor lo preparó con consejos para el momento en que iniciara su camino en el béisbol profesional.

Aunque sus caracteres son totalmente distintos, su ética de trabajo es la misma.

“Fuera del terreno de juego, somos completamente diferentes. Soy más tranquilo y Anthony es más extrovertido. En los juegos somos iguales porque no le tenemos miedo a nada. Ponemos la bola donde queremos o el catcher nos diga porque no nos da miedo fallar”, aseguró Héctor antes de aclarar que a él le gusta mucho lanzar rectas, mientras que su hermano prefiere lanzar curvas.

“En el parque yo sé que debo trabajar duro porque él me está viendo. Si yo trabajo duro, él lo va a querer hacer también. Yo llegué a las Grandes Ligas y sé que el va a trabajar igual o más fuerte para lograrlo también”, concluyó.