Arlington. Para Iván Rodríguez, el retiro ha sido complicado, más desde el punto de vista emocional que deportivo.

Pero el estelar receptor boricua tampoco siente que faltó nada por hacer en sus 21 años como pelotero en las Grandes Ligas, aunque tuvieron que pasar meses para acostumbrarse a una nueva vida “civil”.

“Fue una decisión bastante difícil después de jugar tanto tiempo, de tener una carrera de 21 años en las Mayores, después de 25 años como profesional, incluyendo las Ligas Menores”, dijo Rodríguez, quien ahora se desempeña en una nueva faceta como asistente especial del gerente general de los Vigilantes de Texas.

“Es muy difícil tomar esa decisión. Es casi toda una vida la que uno tiene en un deporte que quieres tanto”, agregó.

Rodríguez anunció el retiro al final de la temporada 2011 con los Nacionales de Washington, su último de seis equipos en las Mayores.

“Jugué el deporte siempre al cien por ciento todo el tiempo. Y cuando me llegó la hora de decir ‘hasta aquí, no juego más’, pues la verdad me tomó unos cuatro o cinco meses para decidir”, recordó. “Tuve que hablar con mi familia, con mi señora. Me tuvieron que asesorar”.

Rodríguez, de 41 años y oriundo de Vega Baja, llegó a los Vigilantes como agente libre en 1988 y a los 19 años, el 20 de junio de 1991, debutó en las Grandes Ligas en uniforme de Texas frente a los Medias Blancas de Chicago.

“Ese fue un juego que obviamente ningún pelotero olvidará... El día que te suben a Grandes Ligas, tu primer juego de Grandes Ligas”, evocó.

Rodríguez mencionó que entre sus experiencias más trascendentales figura haber trabajado con Nolan Ryan, considerado uno de los más grandes lanzadores de la historia, hoy presidente y dueño minoritario de los Vigilantes.

“Me tocó la oportunidad de jugar varios años con Nolan Ryan. Algo por lo que me siento muy contento es que, cuando estábamos juntos, los dos hacíamos buen trabajo”.

Ryan considera a Rodríguez su amigo y uno de los peloteros más completos que vio en su carrera.

“Desde muy joven mostró talento e inteligencia. Era muy jovencito y ya sabía controlar un juego, a los lanzadores. Era muy agresivo en su juego y tenía un brazo privilegiado para tirar a segunda base”, dijo Ryan. “Hizo una de las mejores carreras de la historia. Es uno de los mejores receptores que vi en mi tiempo como pitcher”.

Rodríguez jugó 2,427 partidos como receptor en su carrera en las Mayores, más que ningún otro jugador en su posición. Puso fuera a 42 por ciento de los corredores que intentaron robarle base y promedió .300 o más en 10 temporadas diferentes, con cinco de más de 20 cuadrangulares.

Con el bate promedió .296, pegó 2,844 imparables y 311 jonrones; produjo 1,332 carreras en 2,543 partidos de las mayores.

Fue nombrado Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 1999 y ganó dos series mundiales; fue elegido 14 veces al Juego de Estrellas y condecorado con 13 Guantes de Oro.

“Todos los juegos que yo tuve la oportunidad de jugar en Grandes Ligas fueron muy especiales para mí”, dijo. “Estar en un estadio de Grandes Ligas y ponerse un uniforme de Grandes Ligas con 30, 40, 50 mil personas viéndote jugar es algo muy especial”.

“Pudge”, apodo por el que se le conoce en Estados Unidos, aseguró que se siente realizado y que jamás tendrá remordimientos sobre su carrera profesional.

“Pero siempre llega un momento que la pelota se tiene que terminar”, dijo. “Ya gracias a Dios sobrepasé eso. Superé ese sentir que tenía todavía del deseo de jugar”.

Sin embargo, sí reconoció que hay algo más que le hubiera gustado lograr.

“La única cosa que sí siento que me faltó fueron los 156 hits que para llegar a los 3,000”, afirmó Rodríguez. “Pero gracias a Dios comoquiera son muchos hits. Me quedo con la carrera que tuve”.

Iván Rodríguez será exaltado al Salón de la Fama de los Vigilantes el 20 de julio próximo. Pero espera que su legado llegue todavía más lejos, al Recinto de los Inmortales de Cooperstown.

“El que me dieran esa oportunidad sería algo bonito”, manifestó. “Creo que me faltan tres, cuatro años ahora. Lo que hay que hacer es esperar a que el tiempo pase y a ver si en cuatro años estamos ahí”.