Tan pronto subió a un montículo de las Grandes Ligas por primera vez en su carrera, José Fernández tenía puesto un sello de estrella.

Y eso mismo fue, hasta su trágica muerte hoy, domingo, a los 24 años en un accidente de bote en Miami, la ciudad que lo adoptó.

Fernández nació en Santa Clara, Cuba, e intentó desertar un par de veces a Estados Unidos hasta que finalmente lo logró en el 2007.  Para ese entonces, Fernández tenía 15 años. En el peligroso viaje en bote desde Cuba a Estados Unidos, Fernández relató que su madre cayó al mar y el joven lanzador se tiró del bote para rescatarla.

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Una vez establecido en Estados Unidos, Fernández estudió escuela superior en Tampa y en el 2011 fue escogido por los Marlins de Miami en la primera ronda del sorteo de novatos de las Grandes Ligas.

Dos años después, debutó en las Grandes Ligas. Lo hizo de una manera poco convencional, pues brincó desde Clase A directo a las Mayores, sin jugar en Doble A ni Triple A. Así era la fe que los Marlins tenían puesto en su súper talento.

En ese momento, críticos del béisbol pensaban que los Marlins lo estaban llevando con mucha prisa y afectando su progreso. Pero Fernández demostró que había nacido para el estrellato, y en esa primera salida en el Citi Field ante los locales Mets de Nueva York ponchó a ocho en cinco entradas, en las que permitió una carrera y tres hits. No se llevó la decisión, pues los Mets eventualmente remontaron para ganar el partido.

“No creo que estaba nervioso”, dijo Fernández después de su primera salida en las Mayores en abril de 2013. “De hecho, estaba más nervioso cuando estaba calentando en el bullpen”.

Fernández rápido se convirtió en una sensación. Terminó su primera campaña en el 2013 con récord de 12-6 con efectividad de 2.19, lo que le valió el premio de Novato del Año de la Liga Nacional.  Además terminó tercero en las votaciones para el Cy Young, el galardón que se le otorga al mejor lanzador de la liga.

En Miami, Fernández se convirtió en el rostro de la franquicia. Llegó a ganar 17 decisiones consecutivas en casa, y el Marlins Park -uno de los estadios con peores asistencias en las Mayores- se llenaba para verlo lanzar.

Sin embargo, en el 2014, luego de comenzar la temporada con marca de 4-2, fue colocado en la lista de lesionados por una dolencia en el codo derecho. La lesión llevó a una operación de Tommy John, por lo que Fernández no reapareció hasta el 2 de julio de 2015.

La temporada 2015 la terminó con récord de 6-1 y efectividad de 2.92.

Este año, Fernández volvió a tiempo completo y sus números lo respaldaron como uno de los mejores brazos de las Mayores. Tenía récord de 16-8, efectividad de 2.86, y sus 253 ponches son el segundo mejor total de todas las Grandes Ligas.

En 76 juegos iniciados en las Mayores, el derecho Fernández lanzó 471.1 entradas y registró marca de 38-17 con efectividad de 2.58 y 589 ponches. Fue escogido en dos ocasiones al Juego de Estrellas, en su temporada de novato en el 2013, y en lo que fue su última campaña, la del 2016.

Con 24 años, lo mejor estaba por venir antes que la muerte lo sorprendiera.