Naguabo.  A los cuatro años, el nauguabeño Martín “Machete” Maldonado daba sus primeros pasos con una trocha imitando a su padre, un exreceptor de los  Guerrilleros de Río Grandes en la Liga de Béisbol Superior Doble A. 

Por eso, no es de extrañar que en la casa de su madre Jeanett Valdés haya una foto de él ñangotado esperando un lanzamiento.

Estar detrás del plato es una posición que el receptor de los Cerveceros de Milwaukee lleva en la sangre.

“Siempre me ha gustado el béisbol porque (es el deporte que) corre en la familia”, dijo Maldonado sentado en el dugout del parque en el que ha jugado tantas veces y queda al final de su calle en la urbanización Villa Esperanza de Naguabo.

“Es el deporte que uno ama. Es un deporte que tiene altas y bajas, pero uno lo hace con pasión. Uno desea tener éxito para poder llevarle a los niños un modelo de ejemplo a seguir”,  prosiguió.

Maldonado, al igual que muchos otros atletas del País, es un ejemplo de superación para los jóvenes. Un ejemplo de que el trabajar duro rinde dividendos.  

En su caso, todo comenzó a los 16 años cuando entendió que no veía el béisbol como pasatiempo.

“A los 16 años, Edgar Pérez me llevó a su casa para entrenarme y ahí yo vi la diferencia en cuanto a lo que era considerar al béisbol como un deporte  y un hobbie. Ahí fue que comencé a coger las cosas más en serio. Salirme de otros   deportes porque yo jugaba tenis de mesa,  baloncesto y voleibol”, explicó Maldonado.

En la casa de Pérez, todo era distinto.

“Salí de allí a enfocarme en el béisbol.  La dedicación, el tipo de entrenamiento y la manera de pensar el juego  era diferente  a lo que yo hacía acá. Las prácticas eran bien diferentes y se enfatizaba en el juego pequeño”, recordó Maldonado.

Luego de haber sido seleccionado en la ronda 27 del Sorteo de Novatos del 2004, Maldonado debutó, a los 30 años, en las Mayores el 3 de  septiembre de 2011.

Desde ese entonces, ha jugado seis temporadas de forma consecutiva en las Mayores y ha ganado dos campeonatos con los Indios de Mayagüez en la liga invernal.

Lo ha conseguido a base de esfuerzo y saber reconocer su rol dentro del equipo.

“Es cuestión de saber el lugar  que uno ocupa en el equipo”,  manifestó Maldonado, quien en   el 2012 ocupó la receptoría de forma regular y en el 2013  regresó a su antiguo rol de suplente. 

“La mayor diferencia es saber qué tipo de pelotero tú eres y saber qué tipo de pelotero  el equipo quiere que tú seas.  Todo radica en uno tener la capacidad de sobrellevar todo lo que conlleva estar en las Grandes Ligas”, continuó. 

Sin embargo, lo más importante es seguir  las palabras de su madre al pie de la letra.

“Mi mamá siempre me decía que, cuando yo llegara a mi casa y me mirara en el espejo, tuviera que decir que  me sentía satisfecho con el día que yo había hecho en el terreno de juego. De no haber sido así,  no había tenido un día bueno”, explicó Maldonado.

Pero, en el béisbol –como en todo deporte o etapa de la vida– no siempre las cosas salen como se tiene pensado.

“Siempre en el béisbol esas cosas pasan. Uno aprende tanto y uno escucha tanto, que hay veces que uno piensa algo  y resulta que eso no es. Hay muchos día en mi carrera, especialmente en Grandes Ligas, que uno dice: ‘hubiese hecho esto mejor’. Son enseñanzas que uno  aprende en la marcha porque de las experiencia es que uno aprende”, señaló Maldonado.