A 40 años de la partida de Roberto Clemente, todavía Neil Walker le agradece al astro boricua la vida.

Y es que, sin saberlo, Clemente garantizó la existencia del actual intermedista de los Piratas de Pittsburgh 13 años antes de que naciera.

Un día como hoy, el 31 de diciembre de 1972, Clemente desapareció en las aguas al norte de la Isla luego que el avión que lo llevaba rumbo a Nicaragua repleto de ayuda para los damnificados por un terremoto en el hermano país centroamericano se estrelló minutos después de su despegue.

Su cuerpo nunca fue encontrado.

Esa noche, el padre de Walker, el ex lanzador Tom Walker, estuvo a punto de acompañar a Clemente hasta Nicaragua para llevar ayuda humanitaria. De haber subido al avión, Neil Walker nunca hubiera existido.

“Mi papá jugó con Roberto en el béisbol invernal. Ya Roberto estaba dirigiendo en Puerto Rico y mi papá estaba con él. El día que el avión se cayó, mi papá fue a ayudar a montar las cosas con la intención de ir a Nicaragua, pero Roberto le dijo que se quedara… y aquí estoy yo”, dijo Walker en una conversación con Primera Hora.

Walker nació en 1985, cuando ya Roberto Clemente había pasado de ser un ídolo a una leyenda del béisbol.

Pero su padre siempre le transmitió su admiración y respeto por la figura del boricua, tanto dentro como fuera del terreno de juego.

“Todo lo que se habla de Clemente era lo que mi papá me decía de él. Que era una persona muy comprometida con la gente. Me hablaba mucho del ser humano que era. Sobre cómo les cambió la vida a las personas, en fin, de todas las cosas que hizo y que lo convirtieron en alguien especial, no solo para Pittsburgh y para Puerto Rico, sino para todo el mundo”, destacó.

Walker, nacido y criado en Pittsburgh, fue seleccionado por los Piratas de Pittsburgh en el undécimo turno de la primera ronda en el sorteo de novatos de las Grandes Ligas en el 2004.

“En el 2009 fue que por fin jugué con los Piratas y fue bien impactante para mí sentir que estaba en sus zapatos. Definitivamente, (Clemente) es alguien que está bien, bien cerca de mi corazón”, dijo emocionado.

Tanto es el respeto que siente Walker por el ex jardinero boricua que cada vez que entra al terreno de juego le rinde una reverencia a su memoria.

“Es emocionante mirar hacia el jardín derecho, ver la verja de 21 pies con su número 21”, recordó Walker. “Juego segunda base. La verja me queda de espaldas, pero cada vez que entro al terreno la tengo de frente y siempre realizo un pequeño saludo a él para recordarlo”.

Walker es ejemplo de jugadores jóvenes que no han olvidado las hazañas de Clemente y, sobre todas las cosas, su enorme calidad como ser humano.

“Nosotros somos privilegiados de jugar el mismo juego que él y de hacerlo con la misma pasión que él lo hacía. Pero, además, podemos cambiar la vida de otras personas y hacer las cosas como se deben hacer como hombre. Recordar su nombre es recordar a una persona que dio tanto para el béisbol y para la humanidad”, sentenció.