Las interferencias por parte de fanáticos en jugadas en territorio de foul continúan siendo un problema para los Cachorros de Chicago. Son muchos los que recuerdan el incidente que causó el fanático Steve Bartman al interferir en un batazo durante el sexto juego de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional  del 2003 entre los Cachorros y los Marlins de Florida.

Pues un incidente similar ocurrió ayer en el choque entre los Dodgers de Los Ángeles y los Cachorros celebrado en el icónico Wrigley Field. El lanzador Jason Hammel levantó un elevado en la parte baja de la segunda entrada que parecía que cruzaría hasta las gradas cerca de la línea de primera base. El inicialista Adrián González, no obstante, llegó al área y se colocó en posición de realizar la atrapada para el tercer out.

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Sin embargo, un fanático, cargando en su brazo izquierdo a un bebé entretenido con un biberón, extendió su mano derecha y atrapó el bombo antes de que llegara al guante de González. Acto seguido, y sin perder pie ni pisada, el padre alzó la bola, recibió una ovación del público presente y se sentó.

El dirigente de los Dodgers Don Mattingly protestó la apreciación inicial de que fue un batazo de foul, y luego de una revisión, Hammel fue declarado fuera para cerrar la entrada. La jugada tuvo el final esperado para los Dodgers y reforzó el pasado nefasto que los Cachorros han tenido en jugadas de interferencia por parte de los fanáticos.

En el famoso incidente del 2003, Bartman interfirió en un elevado de Luis Castillo al jardín izquierdo que Moisés Alou pudo haber atrapado para el segundo out en la octava entrada. Ese out hubiese colocado a los Cachorros a cuatro outs de clasificar a su primera Serie Mundial desde el 1945, pues tenían ventaja de 3-0 sobre los Marlins en el partido, y delantera de 3-2 en la serie.

Sin embargo, los árbitros decretaron que el batazo fue un foul y que Bartman no interfirió; acto seguido, los Marlins marcaron ocho carreras en la entrada y ganaron el juego, 8-3. Florida remontó en el séptimo partido y ganó, 9-6, triunfo que los clasificó a la Serie Mundial. Los Marlins se proclamaron campeones al vencer en seis partidos a los Yankees de Nueva York.