Pittsburgh. José Tábata escuchó por primera vez de Roberto Clemente cuando tenía apenas seis años.

Era un 31 de diciembre de 1994 cuando su papá, en su natal Venezuela, le enseñó un periódico que recordaba la trágica muerte del astro boricua.

Pero además, le confesó cuál era su sueño de padre, algo que cambiaría su vida para siempre.

“Todos los 31 de diciembre en Venezuela, los periódicos recuerdan la muerte de Clemente. Cuando tenía seis años, mi papá me enseñó un periódico. No sabía quién era. En ese momento, mi papá me dijo estas palabras, que un día él quisiera verme jugar en el right field con los Piratas de Pittsburgh”, recordó Tábata.

“Reí, pero a medida que fui creciendo, mi papá fue hablándome de él y me quedé con eso en mente. No sé si fue Dios o de destino, pero terminé aquí”.


En efecto, Tábata firmó con la organización de los Yanquis de Nueva York cuando apenas tenía 16 años, pero no fue hasta el 2008 que los Yanquis decidieron cambiarlo a los Piratas de Pittsburgh. Dos años más tarde debutó en las Mayores, hasta que un día el sueño de su padre se cumplió.

“Fue algo increíble. La primera vez que jugué en el right field, la saqué por ahí mismo”, recordó Tábata, quien agregó que su papá lloró de la emoción.

De ahí en adelante, aprendió a admirar a aquella figura que fue bueno como jugador y mejor como ser humano.

“La historia de él es como si hubiese estado escrita. Jugó, dio los 3,000 y se fue. Fue como si hubiera sido enviado por Dios”, manifestó el venezolano de 23 años con evidente admiración.

“Para mí, jugar en el equipo donde él (Clemente) jugó es una gran alegría. Mis respetos para él, dondequiera que Dios lo tenga en la gloria. Porque fue un hombre bueno”, concluyó.