El retirado receptor Iván Rodríguez demostró su compromiso de grandes ligas con los niños pacientes de cáncer hoy, cuando visitó el ala de oncología del San Jorge Children’s Hospital, en Santurce. 

Sin mucha fanfarria pero sí aprecio genuino, el futuro miembro del Salón de la Fama pasó por casi todas las habitaciones para compartir con los chicos que allí reciben tratamiento para diferentes tipos de la antes mentada enfermedad.

A cada uno de los recluidos, incluso a los pequeñines que dormían sin la compañía de un familiar, el apodado “Pudge” les dejó una pelota oficial de Grandes Ligas marca Rawlings autografiada. Los que estaban despiertos y acompañados por sus padres, tuvieron la oportunidad de compartir con Rodríguez, quien el próximo mes de enero aparecerá por primera vez en la boleta de votación al Salón de la Fama del Béisbol, en Cooperstown, Nueva Jersey.

Rodríguez dijo sentir un aprecio particular por los chicos en el complejo médico santurcino. Comenzó a visitar el área hace más de 15 años, cuando compartió con los huéspedes en el Hogar Niños Que Quieren Sonreír, entidad sin fines de lucro que le da habitaciones y transporte a los niños y sus familias que vienen de lejos a atenderse en el ala de oncología del San Jorge. 

“Como me imagino que mucha gente sabe, yo tengo una fundación que ayuda a niños con cáncer”, explicó Rodríguez. “Y aparte de la fundación, me gusta mucho hacerlo, venir y compartir con los niños. Venir y estar meses, recibir ese tratamiento, no es fácil para ellos”, agregó el retirado receptor. “Venir y firmarle una bolita, firmarle una foto, traerle un regalito, eso para ellos es como traerles felicidad”.

Uno de los que más gozó de la visita fue el pequeño Carlos Sardiña Vargas, de tres años de edad. Cuando Iván entró a su habitación seguido de dos fotógrafos, el chiquitín se puso “culeco” no por la distinguida visita, sino por el ruido y los destellos de luz que hacían las cámaras de los dos fotógrafos que de manera digital capturaban la visita y el encuentro de Iván y el pequeño Carlos.

Con un suero en su mano derecha, el chico caminó hacia uno de los camarógrafos y comenzó a pegar el ojo derecho en la ocular de las cámaras. Cada vez que el equipo fotográfico hacía un ruido, Carlos comenzaba a reírse a carcajadas.

“Él siempre ha sido bien feliz. Todo el tratamiento lo ha pasado de maravilla”, dijo Gisela Vargas, madre de Carlos.

El padre no estaba presente, pero Gisela se encargó de que él se enterara de la distinguida compañía de su hijo. Lo llamó por teléfono y, cuando contestó, le pasó el teléfono a Pudge, quien habló por unos minutos con el hombre. Al terminar la plática, el retirado pelotero le devolvió el teléfono a Gisela, quien lo tomó y le dijo al interlocutor: “Te perdiste a Carlos Correa, a Carlos Beltrán, y ahora a Iván Rodríguez. Me los gocé todos yo”.

La visita no fue solo una grata sorpresa para los pequeños pacientes del San Jorge, y sus progenitores. El cuerpo médico del lugar también aprovechó para compartir con el Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 1999.

“No te vayas”, le dijo a una enfermera, luego de complacerla posando para una “selfie” con ella.

Luego le dijo a los representantes del hospital que lo acompañaban en la ronda: “Vamos a tomarnos una foto con las enfermeras, que ellas son bien importantes”.

Los profesionales de la salud reaccionaron visiblemente alegres con el gesto de Pudge, quien les dijo al grupo detrás del área de trabajo: “Quédense ahí, que yo paso para allá”.

Acto seguido, Rodríguez fue a donde el grupo y posó para varias fotos. Algunos se llevaron pelotas autografiadas. 

La alegría solo abandonó el rostro de Pudge en un puñado de ocasiones, en especial cuando visitó a los pacientes en el ala de cuidado intensivo. 

“Hay unos que están mejor. Hay unos que no, unos que están débiles”, dijo Iván. “Son imágenes bastante fuertes, y hay que darles la motivación y el apoyo para que sigan adelante”.

Al final del paseo, Iván dijo que cuando comparte con los chicos pacientes él recibe “Felicidad, porque para eso es que uno viene, para que ellos vean a uno que no sea solo en la televisión que lo vean. Ver como ellos ven a uno y se alegran me da mucha felicidad”. 

“Es como la segunda o tercera vez que vengo y no será la última”, aseguró.