Se acabaron los años de burlas, de interminable espera y de ser el hazmerreír de los fanáticos del béisbol con los cuentos de supuestos conjuros.

Los Cachorros de Chicago completaron una improbable remontada tras caer atrás en la Serie Mundial 3-1, y se coronaron campeones del béisbol de Grandes Ligas después de más de un siglo sin ganar, al derrotar 8-7 a los Indios de Cleveland en el séptimo y decisivo juego.

A fuerza de puros batazos, lo que parecía iba a ser un duelo de pitcheo se convirtió en todo lo contrario.

Después de dominar toda la postemporada, y lucir infranqueable en la Serie Mundial, Corey Kluber lucía como el indicado para abrir por Cleveland en la lomita.

Para los Cachorros, fue la mejor opción para dejarle saber al mundo que el buen bateo puede vencer de vez en cuando al buen pitcheo, al menos en el libreto del histórico juego decisivo entre las dos franquicias más viejas sin ganar el Clásico de Otoño.

Y por poco el bateo les cuesta el juego y alarga su agonía de más de un siglo, pues los Indios se negaban a morir en su casa y se sublevaron para forzar una entrada extra.

Pero los Cachorros rompieron por fin esa racha nefasta sin ganar la Serie Mundial, que sumó 108 años, desde que ganaron su último clásico en 1908.

Otro fracaso en este clásico otoñal hubiera significado aguantar más burlas del resto de la afición beisbolera. Hubiera sido otro por poco. Pero con el triunfo, ya está bueno de ser el hazmerreír.

En el pasado quedarán los chistes de mal gusto, y el mal recuerdo del fanático Steve Bartman. También la cabra que por momentos pareció aparecer en este choque decisivo cuando Cleveland igualó las hostilidades a 6-6 en el octavo inning, tras caer atrás 6-3.

Dexter Fowler y el puertorriqueño Javier Báez le conectaron sendos cuadrangulares solitarios en la primera y quinta entradas al ganador del premio Cy Young de la Liga Americana en 2014, quien en las primeras dos salidas de la Serie Mundial había concedido solo una carrera en 12 entradas y abanicado a 15.

Anoche Kluber abandonó el partido en la quinta, habiendo completado solo cuatro innings de labor, en los que permitió seis hits y cuatro carreras limpias.

Tan pronto la bola salió del bate de Fowler, primer bateador del juego y de la alineación de Chicago, parecía que la noche sería difícil para Kluber. Y lo fue, a pesar que durante todos los playoffs presentaba números inmejorables, como su efectividad de 0.89 con 35 ponchetes en 30.1 entradas antes del partido de anoche.

Más en el juego decisivo, el de la corona, no pudo servir un solo ponche. Completó solo cuatro innings en los que fue castigado con seis hits y cuatro anotaciones.

Por Chicago, Kyle Hendricks estuvo más dominante a pesar de que solo duró un tercio de entrada más que en su anterior salida en el Clásico de Otoño, al lanzar 4.2 innings en los que solo le conectaron cuatro inatrapables y le anotaron una sola carrera limpia.

Una noche después de que los bates de los Cachorros despertaran, con un ataque de nueve carreras y 13 hits el martes, ayer aún conservaban suficientes municiones.

Addison Russell rompió un empate a 1-1 con un elevado de sacrificio con hombres en las esquinas, y Wilson Contreras conectó doblete al bosque central para colocar 3-1 la pizarra.

Fue entonces cuando llegó el batazo de Báez, que despidió de la lomita a Kluber. Antes de ese batazo, Báez había estado en un bache ofensivo con solo dos hits entre los juegos 5 y 6, ambos sin salir del cuadro. Pero el de anoche envió la pelota en un viaje de 408 pies hacia las gradas del jardín derecho.

El zurdo Andrew Miller entró a relevar en esa quinta pero no vino tan efectivo como había estado en octubre, cuando en 17 entradas solo permitió una carrera y ponchó a 30 bateadores. Después de una doble matanza, caminó a Kris Bryant y permitió sencillo de Anthony Rizzo, quien empujó la quinta de los Cachorros.

Hendricks fue sustituido faltando un out para cerrar la quinta. El dirigente Joe Maddon recurrió no a un relevista, sino al también abridor, Jon Lester, quien junto a su receptor David Ross (sustituyó a Wilson Contreras) se metieron en problemas.

Con Carlos Santana en primera, a quien embazó Hendricks mediante boleto antes de salir, Jason Kipnis se embazó por sencillo dentro del cuadro pero el tiro de Ross a primera fue errático botando la pelota.

Entonces, con ambos corredores en posición de anotar, Lester realizó un lanzamiento salvaje y los Indios se acercaron 5-3. Antes, en el tercer inning, habían empatado el juego a 1-1.

Pero el propio Ross vino al desquite y también desapareció la pelota ante los envíos de Miller en la parte alta del sexto episodio.

Como dato curioso, Báez, de 23 años, se convirtió en el segundo bateador más joven en conectar de jonrón en un juego decisivo de Serie Mundial, después de Mickey Mantle (1952), mientras que Ross se convirtió en el pelotero de más edad en jonronear también en un duelo decisivo del clásico otoñal.

Lester completó un relevo de 3 entradas aceptable, permitiendo dos carreras, una de ellas merecida al igual que Hendricks.

Pero la casa se le cayó encima al taponero de lujo, Aroldis Chapman, quien venía de dos relevos largos consecutivos y llegó a tratar de apagar el fuego. Lo único que necesitaba era dar un solo out en la octava.

Pero fueron los Indios quienes lo prendieron en fuego. El panorama lucía favorable para Chicago luego de 7.2 innings, cuando dominaba 6-3 en el marcador. Los relevos largos realizados el domingo y el martes, parecieron pasarle factura al cubano.

Chapman subió a la lomita con un corredor en base, José Ramírez, responsabilidad de Lester, quien le permitió entrar en circulación con hit dentro del cuadro.

Entonces Brandon Guyer le conectó doblete a Chapman, impulsador de una carrera, y Rajai Davis igualó la pizarra a 6-6 con un bambinazo de dos carreras al bosque izquierdo.

Tras un breve atraso por la lluvia justo al completarse las primeras nueve entradas, los Cachorros demostraron que no querían regresar a Chicago con otro por poco en su largo historial de fracasos.

Una nueva dinastía al parecer comenzaba con dos carreras rápidamente en la parte alta del décimo. Kyle Schwarber, quien actuó solo en los juegos de la Serie Mundial celebrados en Cleveland, como bateador designado, abrió el inning con hit. Albert Almora entró a correr de emergente, y tras adelantar a segunda con batazo profundo de out al central de Kris Bryant, fue embasado intencionalmente Anthony Rizzo.

Acto seguido Ben Zobrist se creció conectando doblete por la línea de tercera base para quebrar el empate. Otra base intencional a Russell llenó las bases, y Miguel Montero conectó como emergente otro crucial hit que puso la pizarra 8-6.

Cleveland rayó una más en su último turno negándose a morir, pero Mike Montgomery entró a relevar a Carl Edwards, Jr. que abrió la entrada. Montgomery retiró entonces a Michael Martínez con batazo por el cuadro, iniciando la celebración tras más de un siglo sin conocer el sabor del triunfo. Zobrist, de paso, capturó el premio al Jugador Más Valioso (JMV) de la Serie Mundial.

Báez finalizó el partido de 5-1 con una carrera anotada y una remolcada (mediante jonrón solitario en la quinta entrada). Francisco Lindor se fue de 5-0 por los Indios, mientras que el receptor Roberto Pérez se fue de 1-0 con una base por bolas.