Santo Domingo. “Pa’ las malangas, Kennys”.

Es el grito de una voz femenina desde las gradas del Estadio Quisqueya Juan Marichal cuando el inicialista de Puerto Rico, Kennys Vargas, consume un turno en esta Serie del Caribe.

Con una camiseta de Puerto Rico, Elda M. Gautier, apenas puede ocultar el entusiasmo de ver a su hijo sobre el terreno. Es una alegría siempre  presente sin importar las veces que vea a su vástago jugar.

“Me emociono”, dice Elda al hablar de lo que siente al ver a su hijo  en uniforme. “Es parte de mi existir. Y toda madre que ve a sus hijos lograr sus metas después de tantos sacrificios, discriminación y tropiezos, debe sentirse muy orgullosa”.

Vargas, de 25 años, es uno de los nuevos rostros del pelotero boricua en las Mayores.

En esta temporada invernal alcanzó el premio de Jugador Más Valioso con los Indios de Mayagüez, refuerza a los Cangrejeros en la Serie del Caribe y  se prepara para ir a los campos primaverales de los Mellizos con miras a su tercera campaña en las Mayores.

Elda ha sido  pieza fundamental en su desarrollo. Ha sido su guía y motor. Contó que se divorció cuando Kennys tenía tres años y asumió todas las responsabilidades del hogar. 

Entonces vivían frente a un parque y Kennys, junto a su hermano Jeronys, empezó a jugar béisbol a muy temprana edad. “Ya a los cuatros años, Kennys jugaba”, rememora la maestra de profesión.

En el terreno, Kennys era el “big boy”, recuerda Elda al precisar que su hijo nació de 10 libras y  22 pulgadas y media.

Elda fue la encargada de correr con Kennys por todos los parques. Primero en Río Piedras y luego en Canóvanas. 

Kennys gozaba de un gran cuerpo y también le dedicaba tiempo al baloncesto en la escuela y en el barrio.

En  escuela superior, Elda siguió impulsando a Kennys al béisbol. Veía en él el potencial de convertirse en  profesional. Y Kennys tomó una decisión.

“Ella siempre me llevaba al parque. Ya los viernes el uniforme estaba lavado y listo. Y me recordaba que el sábado había juego de béisbol. Fueron cosas que me fueron llevando a enamorarme del béisbol”.

La historia de Vargas es interesante porque él tomó otra ruta hacia el profesionalismo. Previo al draft  de 2008, algunos escuchas  conocían poco sobre el talento de Vargas, y otros no lo proyectaban como   profesional. No fue escogido.

Entonces vino a República Dominicana. Y aquí trabajó en una academia independiente por unos meses. Posteriormente, fue invitado a una evaluación por los Mellizos y al final, en febrero de 2009, fue firmado como agente libre con un bono cercano a  $100,000.

Uno de los momentos más emotivos de Elda fue el día que supo que Kennys había recibido la llamada de la gerencia de los Mellizos para notificarle que debía reportarse al equipo grande. Aconteció en medio de la temporada del 2014.

“Ese año, Kennys cumplió uno de sus sueños cuando jugó en el partido de Futuras Estrellas en Minnesota. Luego de mi regreso a Puerto Rico, él me llama y me dice ‘voy camino a Kansas City’, y le pregunto ‘¿qué pasó?. Y me dice ‘voy a debutar en las Grandes Ligas’. Fue un momento en que me quedé sin voz. Pensé en mi madre. La emoción fue grande. Y cuando fui a verlo a jugar esa primera vez, le di las gracias a Dios por tantos esfuerzos”, relata Elda aún con la emoción de aquel momento.

Para Kennys fue un sueño hecho realidad, uno que comenzó con un viaje a Nueva York en su adolescencia para presenciar un juego de los Yankees.

“Cuando cumplió los 15 años nos pidió de regalo ir a un juego de los Yankees. Y cuando llega al estadio nos dice: ‘aquí, voy a estar jugando algún día’. Y le dije: ‘el límite es el cielo… sueña, trabaja y lucha por tus metas’”, relata Elda.