Los comentarios racistas que se suscitaron en las redes sociales a raíz de la interpretación de Marc Anthony de la canción God Bless America en el intermedio de la séptima entrada durante el Juego de Estrellas de las Grandes Ligas del pasado martes, son un ejemplo claro de que el racismo y la xenofobia imperan en un gran sector de la sociedad estadounidense.

Tristemente, las insensibles expresiones que tildaron a Anthony como un “maldito mexicano” y criticaban a Major League Baseball por poner a un “extranjero” a cantar la emblemática canción surgieron en medio de un juego de béisbol, deporte que más que ninguno otro en los Estados Unidos refleja la diversidad de lo que está formada hoy día la nación norteamericana.

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La pelota, que goza de uno de los mayores respaldos de fanáticos de todo el deporte en Estados Unidos, tiene una fanaticada leal que conoce muy bien y respeta la aportación de los peloteros latinos al pasatiempo nacional.

Basta con mirar al mismo partido del martes en Nueva York. Minutos después que los asistentes aplaudieron la interpretación de Anthony –sus críticos vivieron en las redes sociales–, sobre 48,000 personas se pusieron de pie para rendir un tributo memorable al relevista panameño y futuro miembro del Salón de la Fama del Béisbol, Mariano Rivera.

Un día antes, por su parte, Nueva York deliró viendo al cubano Yoenis Céspedes ganar la competencia de jonrones sobre, entre otros competidores, al estadounidense David Wright, capitán de los locales Mets y símbolo del pelotero nativo anglosajón de la época. Y ni con eso hubo un fanático presente que reflejara hacia Céspedes el odio expresado hacia Anthony por las redes sociales.

La realidad es que los críticos de Anthony, aunque muchos, no representan a los seguidores del béisbol. Fueron oportunistas de ocasión e inmaduros que están expresando a flor de piel el odio que llevan en el corazón en tiempos en que en Estados Unidos se debate una reforma migratoria que podría hacer justicia a miles de hispanos que viven y aportan al desarrollo del país.

El fanático puro del béisbol sabe bien que los hispanos son parte importante de la historia de ese deporte. Así lo confirma el hecho de que un total de 24 jugadores (11 en la Liga Americana y 13 en la Liga Nacional) en el Juego de Estrellas eran jugadores latinoamericanos, con siete de ellos en los cuadros iniciales de los equipos, sin incluir a varios beisbolistas nacidos en territorio estadounidense pero que tienen ascendencia hispana.

El fenecido astro boricua Roberto Clemente fue uno de los primeros peloteros que abrió las puertas para que otros latinoamericanos llegaran a las Mayores. Desde entonces, el número de jugadores nacidos en Latinoamérica ha crecido exponencialmente.

Al comenzar la actual temporada, había poco más de 200 jugadores nacidos en América Latina en los rosters de los equipos. Este número representa cerca del 24 por ciento del total de 856 beisbolistas en los equipos de las Mayores, sin contar a los talentos que han sido promovidos al Gran Circo durante la actual campaña.

Ironías de la vida. Otro triste capítulo como aquel del 1968 en que miles abuchearon y convocaron un boicot contra el boricua José Feliciano por haber cantado el himno nacional de los Estados Unidos con sentimiento. Detalles imposibles de creer en una nación fundada precisamente por inmigrantes.