Aunque muchos no lo quieran admitir, 500 años de coloniaje pesan una tonelada en la psíquis de los boricuas.

Tanto así que hasta hace poco era difícil para muchos puertorriqueños visualizar que podíamos ser exitosos a nivel mundial. Atletas como Roberto Clemente en el béisbol, Wilfredo Gómez, Wilfredo Benítez y Félix ‘Tito’ Trinidad en el boxeo, José Juan Barea y Carlo Arroyo en la NBA y, más recientemente, Mónica Puig con un oro olímpico –por mencionar  algunos– se han encargado de ir derrumbando muros mentales de inferioridad deportiva.

Pero mucho antes de que esos atletas pudieran lucir la monoestrellada frente a múltiples cámaras o hasta redes sociales, hubo un puñado de gloriosos boricuas que fueron los que tuvieron la encomienda de comenzar a abrir la puerta para las futuras generaciones y entre ellos estuvo el destacado pelotero, dirigente y escucha, Luis Rodríguez Olmo, quien pasó a mejor vida el viernes en la mañana a sus 97 años de edad.

“El principal legado de Rodríguez Olmo fue que junto a Hiram Bithorn dio un sentido de confianza al pelotero puertorriqueño de que podíamos descollar en Estados Unidos. A nosotros como nación nos alimentó esa confianza. En una época que fue bien dura, nos demostró que no éramos inferiores. La magnitud de lo que él había logrado solo era comparable con las hazañas del boxeador Sixto Escobar en la década del 30”, indicó el historiador deportivo Jorge Colón Delgado.

Para los que no conocen su historia, Rodríguez Olmo fue el segundo pelotero exportado desde Puerto Rico hacia a las Grandes Ligas en 1943, uniéndose en aquel escenario al lanzador Hiram Bithorn y figurando como el atleta más destacado del País en la década de los 1940’s e inicios de los 1950’s.

De hecho, fue el primer latino en la historia en jugar una Serie Mundial (1949 con los Dodgers de Brooklyn) y el primero en dar un cuadrangular en una Serie Mundial. Esto sin contar que fue el segundo jugador en la historia de las Grandes Ligas (Del Bisonnette fue el primero en 1930) en pegar un triple con bases llenas y un jonrón con bases llenas en un mismo juego (18 de mayo de 1945), amen de liderar la liga en triples en 1945 con 13 y ser candidato a Jugador Más Valioso ese año con .313 de promedio, 110 impulsadas, 77 dobles, 15 bases robadas y 10 jonrores.

“Cuando Rodríguez Olmo venía a Puerto Rico se daban  unos recibimientos tremendos en el muelle de San Juan (venían en barco). La caravana era por toda la capital de San Juan. La gente se apostaba en las calles a vitorearlo. Era un verdadero ícono del deporte. Y lo mejor de todo es que la fama y la gloria no lo nubló nunca. Nunca negó un apretón de manos, ni un autógrafo a  nadie. Fue un ser humano excepcional”, agregó Colón sobre el exjugador que fue exaltado a ocho Salones de la Fama (Brooklyn, Puerto Rico, Arecibo, Santurce, Caguas, Serie del Caribe, Liga de Béisbol de Puerto Rico y Béisbol Latinoamericano) previo a su fallecimiento.

Retó a los americanos

Hay que recordar que en el tiempo que Rodríguez Olmo jugó en Grands Ligas, fue de los primeros latinos admitidos allí, inclusive par de años antes que Jackie Robinson (con quien llegó a jugar en 1949) debutara como el primer afroamericano en la historia. Por eso cuando tuvo su mejor temporada en 1945 y se atrevió pedirle un aumento a los Dodgers, éstos lo tildaron de ‘malagradecido’ y que se podía ir de regreso a Puerto Rico.

Ante esa situación, Rodríguez Olmo se fue a jugar a México –donde le ofrecieron más dinero– y también ganó bien jugando en Venezuela, República Dominicana y Cuba mientras cumplía una suspensión de tres años (1946 a 1948) que le puso las Grandes Ligas por ‘su afrenta’. Por sus participaciones en todos esos países fue que se le apodó como el Pelotero de América.

“Cualquier parecido con la actualidad es pura coincidencia. Y pasó hace 80 años. Él venía de su mejor temporada en 1945, pidió aumento de sueldo y le dijeron que no porque para él no había aumento y que lo mandarían a Puerto Rico. Fue entonces de los primeros peloteros que se le paró de frente a su jefe y les dijo que no iba a aceptar las migajas que le estaban dando, que se iba a México a jugar. Para hacer lo que hizo había que tener pantalones en esa época”, recordó el historiador y autor del libro Puerto Rico en las Grandes Ligas, Jossie Alvarado.  “Y la realidad es que en esos años ganó más dinero de lo que generaría en Grandes Ligas”.

Eventualmente, Rodríguez Olmo regresó a Grandes Ligas para tres temporadas más entre 1949-1951, retirándose de ése béisbol a los 31 años de edad para dedicarse a jugar en Puerto Rico, donde llegó a ser Jugador Más Valioso de la serie del Caribe en 1951 como refuerzo los Cangrejeros de Santurce y lideró a los Criollos de Caguas a un récord vigente de 57 victorias en 77 juego como jugador/dirigente ese mismo año.

“Lo más que me impactó como ser humano fue su decisión de que no quiso jugar más  béisbol en Estados Unidos para quedarse a jugar en Puerto Rico. Quería estar más tiempo con su esposa y con sus hijos. Atender a su familia fue su prioridad. Pudo haber jugado en Grandes Ligas cinco o seis años más pues los números que presentó aquí eran indicativos de que podía seguir jugando allá”, agregó Alvarado.

En Puerto Rico siguió jugando por varios años y dirigió en otros equipos como Santurce, San Juan y su natal Arecibo, donde está edificado un estadio a su nombre. Fue Dirigente del Año seis veces y también se destacó como escucha, llevando a Grandes Ligas a otras luminarias como el intermedista Santos Alomar, padre, y el lanzador Juan ‘Terín’ Pizarro.

Rodríguez Olmo, quien estuvo afectado por Alzheimer por  los pasados cuatro años y falleció por una doble pulmonía ayer alrededor de las 9:00 de la mañana, es sobrevivido por su hija Ana Lucy, su esposa  por 76 años Emma –también encamada con Alzheimer– y su nieto Yuri Pérez Rodríguez. Sus restos serán expuestos en la Funeraria Puerto Rico Memorial desde el sábado a las 4:00 p.m. y será velado hasta el domingo. Posteriormente su cuerpo será cremado.