Guadalajara, México. Un día después, la emoción era evidente aún.

En los alrededores del hotel en donde Puerto Rico se hospeda, diferentes jugadores y miembros de la delegación isleña aquí compartían calmadamente entre sí y con sus familias, pero al preguntársele sobre el gran partido que tuvo la novena ante Venezuela en la víspera, la reacción era de satisfacción, orgullo y hasta asombro.

Pero los componentes del equipo hablaron con cautela, con el convencimiento de que aún no se ha logrado nada, y que faltan partidos por ganar, en los cuales esperan poder ejecutar con el mismo enfoque e intensidad que el viernes, cuando noquearon a Venezuela 11-0.

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“El despliegue de anoche fue increíble, jugamos buen béisbol en todos los términos. Buena defensa, buen pitcheo y buena ofensiva. Espero que podamos seguir haciéndolo”, dijo el inicialista T.J. Rivera, quien pegó elevado de sacrificio que remolcó la primera carrera del partido y luego jonrón que remolcó dos que sellaron el nocaut contra Venezuela.

Puerto Rico hizo seis carreras en la baja de la séptima, coronadas por el cuadrangular de Rivera, que pusieron en efecto el ‘mercy rule’ o regla de nocaut en efecto en el Clásico Mundial de Béisbol. Esta dice que el partido termina cuando hay una ventaja de 10 o más carreras y el equipo contrario ha bateado al menos siete entradas.

“Fue una sensación indescriptible. ¡Yo ni sabía que el partido se había terminado! Cuando llegué a home fue entonces que me enteré, con la celebración. Miré hacia atrás y vi al bullpen bajando el terreno, y entonces fue como que asimilé que el partido se había terminado. Estaba un poco confundido, pero fue grandioso”, dijo entre carcajadas Rivera.

Por su parte, uno de los capitanes del equipo, el veterano Carlos Beltrán, no mostró mucha emoción, sino sobriedad al recordar el encuentro, aunque al final reconoció que “el equipo está bueno”.

“Honestamente fue un espectáculo el juego de ayer. Estuvimos muy bien, honestamente. Hicimos nuestro trabajo. Creo que al final del juego uno lo que tiene es que salir al terreno de juego, lanzar bien, jugar buena defensa y que la ofensiva haga el trabajo. Afortunadamente tuvimos la oportunidad de hacer todo eso. Creo que ganarle a un equipo con una alineación como esa nos motiva a seguir adelante con la misma intensidad y el mismo deseo”, señaló Beltrán horas antes de que Puerto Rico se midiera con México.

Uno que se mostraba sumamente tranquilo lo era el coach de lanzadores de Puerto Rico, Ricky Bones. Este, además, es el coach del lanzador ganador del encuentro del viernes, Seth Lugo, con los Mets de Nueva York.

Y por supuesto, al igual que el dirigente Edwin Rodríguez y el resto del equipo de trabajo, sabía sobre el dato de que en el estadio Charros de Jalisco, donde juega el Grupo D, es un paraíso para los bateadores por su altura sobre el nivel del mar y por lo mucho que corre la bola.

“En cualquier parque eso preocupa, pero ya venía con el reporte de que la bola corría mucho. Yo soy coach de Fernando Salas, quien pitchea con México, y me lo había anticipado. Pero pensé que lo que es igual no es ventaja. Pensaba que si ejecutábamos y pitcheábamos bien, todo iba a salir”, dijo Bones.

“La clave fue pitchear arriba en el conteo y mantener a los pequeños bateadores –los que siempre se embasan- fuera de circulación para entonces enfrentar a Mickey (Miguel Cabrera) a Víctor (Martínez) y a (Carlos) González sin nadie en base y ya tu viste. En el único inning en que tuvimos problemas fue cuando los ‘bateadores pequeños’ se nos embasaron (sexta entrada) y entonces tuvimos que enfrentar la parte fuerte del ‘lineup’ con gente en base. Gracias a Dios ejecutamos bien y Yadier pudo tranquilizar la ansiedad de Giovanni para que este ejecutara los pitcheos. Pero en un parque como este tienes que minimizar los errores y la localización de los pitcheos tiene que ser perfecta”, finalizó Bones.