San Diego. El lanzador isabelino José de León llegó a esta ciudad, se registró en el hotel y fue a teñirse el pelo.

“Llegué como a las 10:30 p.m. al hotel y cuando los muchachos regresaron al hotel ya estaban con todo preparado. Ya yo venía con la idea, y lo primero que me dijo Beltrán fue ‘caballo… que bueno verte… ve a pintarte el pelo’”, dijo riendo De León.

De León, uno de los principales brazos boricuas en el sistema de béisbol estadounidense, fue incluido en el roster del equipo de Puerto Rico como reserva, debido a que durante el invierno fue canjeado de los Dodgers de Los Ángeles a los Rays de Tampa Bay, y eso complicó un poco las cosas y retrasó su llegada. Él siempre quiso estar desde el principio.

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“No estaba frustrado. Lo que pasa es que estoy en un equipo nuevo, y si me hubiese ido desde el principio no hubiese tenido la oportunidad de conocer a mis nuevos jefes, a mi nuevos compañeros de equipo, y a los nuevos coaches”, dijo De León. “Pienso que todo tiene su tiempo, y si está para uno se le va a dar. Lo que hice fue estar paciente, tranquilo. Siempre me sentí parte del equipo y siempre supe que había esperanza de que en algún momento me llegaría la oportunidad y llegó en el momento indicado”.

Luego de realizar una sesión de ‘bullpen’ en el Petco Park ayer con el coach de lanzadores, Ricky Bones, De León dijo sentirse súper bien físicamente y que, luego de su salida con los Rays en ‘spring training’ el lunes, estaría listo para lanzar entre viernes y sábado.

No obstante, según ha dicho el dirigente Edwin Rodríguez, el viernes en el partido ante Estados Unidos, el abridor lo sería el derecho de los Mets de Nueva York, Seth Lugo, quien en el primer partido del Clásico Mundial anuló a los bates venezolanos en camino a un nocaut de 11-0.

De León sería considerado para el sábado, aunque aún no se sabe si como abridor o como relevista, pues Jorge López es quien estaría señalado para tirar ese día ante Venezuela. También podría ser usado en un posible partido de desempate el domingo, de ser necesario.

Una de las cosas que más le impresionó al isabelino fue el llegar al clubhouse de Puerto Rico y encontrar una camisa con su apellido colgando de un casillero, en medio las de los demás integrantes.

“Es algo sumamente especial que no hay palabras para describirlo. Es un sueño que había tenido desde el primer clásico en el 2006, que estaba de fanático. Y en el 2013 cuando aún estaba en college y vi la actuación que hizo el equipo y como unieron el país, siempre dije que quería ser parte de eso y gracias a Dios se me dio”, dijo.