El estelar torpedero de los Astros de Houston, Carlos Correa, fue homenajeado hoy, miércoles, en el Hemiciclo del Senado de Puerto Rico por sus ejecutorias en la pasada temporada de las Grandes Ligas.

La felicitación fue producto de una medida presentada por Larry Seilhamer, senador por el distrito de Ponce. 

Antes de la ceremonia, Correa compartió con un grupo de senadores en la oficina del presidente del cuerpo legislativo, Eduardo Bhatia. El pelotero de 21 años les obsequió bates y bolas autografiadas. De igual manera, Bhatia le hizo entrega de un sombrero de la línea del afamado guitarrista Carlos Santana.

El campocorto de los Astros estuvo acompañado por sus padres Carlos Correa y Sandybel Oppenheimer en el Hemiciclo, donde también estuvieron presentes estudiantes de la Puerto Rico Baseball Academy and High School. Correa cursó estudios en esa institución antes de ser escogido en el sorteo de Grandes Ligas en el 2012 como la primera selección, lo que marcó un hecho histórico en el deporte puertorriqueño. 

Correa, galardonado como Novato del Año de la Liga Americana en el 2015, aprovechó el momento para reconocer los sacrificios de sus padres. 

“Hemos logrado muchas cosas, pero deseo darle las gracias a mis padres porque no fue un trabajo solo mío, sino de un equipo. Mi padre siempre ha estado presente, me dedicó mucho tiempo de calidad. Cada segundo que me dedica me hace sentir especial cuando compartimos juntos. Mi madre es una mujer ejemplar, sabia, y la mentalidad que tengo ha sido gracias a ella”, dijo Correa.

También, el santaisabelino les recalcó a los jóvenes presentes que se esmeren para alcanzar sus metas. 

“El mensaje que les quiero llevar es que hay que reconocer los talentos recibidos, pero sobretodo desarrollarlos al máximo, a un nivel óptimo. No trato de ser igual a alguien, sino mejor. Para ser mejor que yo, hay que trabajar mucho, porque yo trabajo mucho. Les exhorto a que trabajen y luchen por sus sueños”, sostuvo.

“Lo gratificante es el proceso que no todos ven. El proceso de lucha, las lágrimas, la sangre que se bota para llegar”, concluyó Correa, quien recibió una proclama enmarcada.