Un poco de guía siempre es útil, sobre todo, si se camina por un terreno desconocido.

Incluso, sus padres Eva Torres y José Rodríguez han revelado que la cercanía del momento ha afectado hasta el “estómago” del exreceptor, quien siempre pareció desempeñarse con seguridad sobre el terreno de juego.

Pero es natural que eso suceda, según dijo uno que entró en el Salón de la Fama en el 1999 y quien ha estado en comunicación con Rodríguez para conversar sobre lo que acontecerá en la ceremonia.

Ese es el exinicialista Orlando ‘Peruchín’ Cepeda, uno de los cuatro inmortales boricuas en Cooperstown. Cepeda fue el segundo, detrás de Roberto Clemente. Roberto Alomar fue el tercero en el 2011.

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“Iván se ve bien, bien, bien. Está alegre. Estuve con él y con Alomar todo el tiempo (en el Juego de Estrellas en Miami hace tres semanas). Y me siento orgulloso de él”, dijo Cepeda a Primera Hora. 

Uno de los momentos cumbre en la ceremonia es el mensaje de los exaltados. Peruchín Cepeda contó su experiencia. “Yo tenía escrito como 15 discursos y se me olvidó todo y empecé a hablar. Es una cosa inexplicable. Nunca vas a estar preparado para eso”, dijo el exjugador de los Gigantes de San Francisco.

“Ya él (Iván) tiene ese mensaje preparado. Pero nunca sabes hasta que llega ese momento y te paras a hablar. Ahí todo cambia”, continuó.

La exaltación es el momento grande para los peloteros de las Grandes Ligas. Y el Salón representa el Olimpo para el béisbol. Inmediatamente luego de la entrada a Cooperstown, todos los exaltados se reúnen en una cena que sirve para la entrega de la sortija de hall of famer, la cual recibirá Rodríguez y los otros dos peloteros que entrarán con él, Tim Raines y Jeff Bagwell.

 Cepeda reveló que ese momento no es tan abrumador como la exaltación porque todos los presentes son iguales sin importar las estadísticas registradas ni la cantidad de votos recibidos para entrar al Salón. “Allí estarán algunos peloteros, el comisionado (Rob Manfred) y el presidente (del Salón de la Fama)”, dijo Cepeda sobre la actividad a la que han confirmado 40 inmortales. 

“Allí todo el mundo es igual. Allí ha estado Ken Griffey Jr, que tenía fama de no ser muy social y allí estuvo él como un niño pequeño. Mike Piazza también. Allí todo cambia, Allí nadie es mejor que nadie. Eso es como una fraternidad, en donde te inauguran. Se convierte en una hermandad. Yo me siento con Alomar en una misma mesa. Eso es una cosa que no tiene precio. Uno no se lo imagina hasta que llega allí”.

En ese grupo exclusivo, Rodríguez será el cuarto puertorriqueño entre 223 inmortales exaltados al Salón, que se fundó en el 1936. El vegabajeño acompañará a Roberto Clemente (1973), a Cepeda (1999) y a Alomar (2011).

El número de boricuas inmortales podría aumentar en un futuro no muy lejano con el doradeño Edgar Martínez y con la futura nominación del manatieño Carlos Beltrán.

Pero ya el número que hay de inmortales es suficiente como para que brote el orgullo boricua por su béisbol. “Puerto Rico debe sentirse orgulloso. Una Isla tan pequeña que tiene cuatro hall of famers. Espero que Puerto Rico los reconozca”, dijo Cepeda.