Sevilla, España. Con la eliminación de Puerto Rico por tercer mundial corrido en primera ronda, un pensamiento cruza mi mente continuamente: No sé si volveremos a ser una potencia en el mundo.

De hecho, solo tengo fe que volveremos a la próxima Copa del Mundo porque ese torneo, aún por determinarse dónde será en el 2019, será de 32 equipos en lugar de los 24 que han competido en este evento desde Japón 2006.

Sé que sueno muy pesimista. Pero es que hay unas realidades que no podemos esconder y que salvo que aparezcan unos milagros de esos que nosotros encontramos en Estados Unidos y que nos traigan a unos cuatro o cinco jugadores altos, atléticos e inteligentes, no sé cómo podremos montar un equipo para ser contendores en las Copas del Mundo del futuro.

Algunos lo veíamos venir desde que Piculín Ortiz se retiró de la selección al cierre de las Olimpiadas Atenas 2004.  Y ahora aquí se va al retiro Daniel Santiago y es muy probable que Carlos Arroyo no sea ya nuestro mejor jugador cuando venga esa próxima Copa del Mundo. No debemos dudar incluso que José Juan Barea sea el mismo tampoco. Y entonces la lógica nos hace mirar a nuestra liga y al momento no sabemos decir quién o quiénes serán los reemplazos.

Bien lo decía Paco Olmos en una charla con la prensa de Puerto Rico al cierre del torneo –sobre la cual ampliaremos más adelante. Uno de nuestros problemas inmediatos es que nuestro físico no está a la altura del de los jugadores de otros países. Y pelear ante murallas no de altura sino de potencia, desgasta.

Paco no podía hacer otra cosa más que echarse a reír cuando le consultamos cómo podrá Puerto Rico resolver ese problema. Yo quería llorar.

Luego de la salida de Piculín, nuestro enfoque en la Isla se centró en cambiar la mentalidad de los jugadores a desempeñar un estilo de juego europeo. Para eso trajeron a Paco Olmos. Y ahora el coro de voces por todas partes reclama que volvamos a nuestro estilo de siempre porque es nuestra esencia. Algo así como lo que hizo aquí Filipinas, para poder hacerle trabajoso a todo el mundo sus partidos, el jugar de manera no convencional para sorprender por nuestra diferencia.

Ahora bien, me pregunto, ¿de verdad jugamos diferente?

Daniel Santiago me dijo que lamentablemente no como esperaba cuando se soñaba con ese ideal de jugar como los europeos. “Eso depende realmente de la madurez de nuestros jugadores. Paco trabaja fuerte y es difícil cambiar las mentes. El problema es que algunos jugadores, no todos, pero jugadores que nunca han jugado en internacional y Europa, se creen que saben lo que tienen que hacer y no es así. Tenemos que ser humildes, escuchar, entender y creer en el sistema. Pero el jugador en Puerto Rico es muy difícil. Y le tomará mucho tiempo a Paco. Y no será fácil”, dijo Santiago.

Así que tratando de poner fin a ese inicial análisis, no hay algo sencillo que podamos apuntar para explicar lo sucedido.

Es un problema de falta de jugadores desarrollados y no sé si hasta candidatos para desarrollar. Es un problema que requiere que nuestros atletas mejoren físicamente. Es un asunto que demanda que mejoremos nuestro juego.

Y ni hablo del tema de siempre, un tema que la selección demanda más tiempo de entrenamiento y que sus jugadores lleguen al torneo más fresco que lo que llegan por haber estado jugando su liga nacional hasta hace un mes y medio.

Miro al pasado y comprendo que llegamos a estar entre los mejores 10 del mundo porque tuvimos a un atleta excepcional, Piculín Ortiz, acompañado por un buen elenco de reparto.

Miro a los pasados dos mundiales y considero que creímos que podíamos hacer algo porque teníamos a otros dos jugadores excepcionales en Carlos Arroyo y José Juan Barea. Y comprendo que nos ilusionábamos con eso pero no era suficiente.

Y pues así ahora miro al futuro y me da miedo. No sé si volveremos a ser una potencia en el mundo por lo menos durante los próximos cuatro a ocho años. De verdad que no lo veo.