Las Vegas, Nevada. Su nombre es sinónimo del boxeo rentado por casi cinco décadas.

Su caminar cada vez es más lento y en su rostro se aprecian las arrugas de un individuo que tenido una larga vida y con vastas experiencias.

Bob Arum nació el 8 de diciembre de 1931 en Nueva York. Creció en Crown Heights, Brooklyn, y atendió la Universidad de Harvard, donde estudió derecho. Durante varios años trabajó en el Departamento de Justicia hasta que despertó un interés por entrar al mundo del boxeo en 1965. Su primera pelea fue 1966 y, desde entonces, es una de las figuras más reconocidas del deporte al mando de la empresa promotora Top Rank.

Arum fue el principal promotor de Muhammad Ali y durante la década de 1980, presentó los combates de luminarias como Marvin Hagler, Roberto Durán y Tomas Hearns, entre otros. También fue el responsable de desarrollar las carreras de Oscar de la Hoya y Floyd Mayweather Jr., además de las del filipino Manny Pacquiao y el puertorriqueño Miguel Cotto. Y ahora más recientemente comienza a desarrollar la carrera del sanjuanero Félix “el Diamante” Verdejo.

Aprovechando su presencia en Las Vegas para presentar hoy el cartel boxístico en el que el también boricua Orlando “el Fenómeno” Cruz intentará convertirse en el primer boxeador abiertamente homosexual en proclamarse campeón mundial, Primera Hora charló con Arum sobre su vida y su carrera.

PH: ¿Cómo resumiría su carrera de promotor después de tantos años?

“No pienso que las altas y las bajas se relacionan a mí específicamente. Creo que en algunas ocasiones hemos sido más exitosos que en otras, pero cuando miro atrás a mi carrera y lo que he podido hacer, simplemente refleja los aspectos sociales y económicos del mundo, de Estados Unidos, Puerto Rico y México. Todos los cambios que han ocurrido durante los pasados años son por el desarrollo tecnológico. Cuando comencé, no había satélites y había que enviar por avión la cinta con la pelea desde Nueva York hasta Londres para que los ingleses pudiesen verla al día siguiente. Era totalmente diferente. Si para entonces hubiese tenido a un boxeador que es homosexual peleado por un título mundial, posiblemente tenía a 5,000 personas protestando alegando que estaba haciendo algo para destruir la fibra de Estados Unidos. Así que todo cambia y, al parecer, todos los cambios han sido para bien”.

Ánimo intacto

A pesar de que está cerca de cumplir 82 años, su entusiasmo por el trabajo no ha mermado y tampoco tiene en planes retirarse o dejar de producir carteleras de boxeo.

“Para mí, toda cartelera, toda pelea, es como una aventura. Pasan cosas que uno nunca había soñado. Por ejemplo, en esta cartelera tendremos a Vasyl Lomachenko, quizás el boxeador aficionado más grande en la historia, hará su debut profesional y en su primera pelea profesional se enfrentará al campeón Internacional de la Organización Mundial de Boxeo (José Ramírez). Es algo descabellado, pero es interesante, nuevo, diferente. Cruz y Salido pudo haber sido una buena pelea en cualquier momento por ser Puerto Rico contra México, pero cuando tienes que alguien como Billy Jean King (la otrora tenista profesional y defensora de los derechos gays) -quien no ha visto una pelea de boxeo en 10 años- le desea suerte a Cruz, es algo diferente que nunca me hubiese imaginado”.

Arum, al igual que sus promotores contemporáneos, no ha estado exento de las controversias. En 1995, fue multado por la Comisión Atlética de Nevada por soborno para que le aprobara una pelea. Arum tuvo que pagar la suma de $125,000. Asimismo, en el 2003, protestó la decisión de la pelea entre Oscar de la Hoya y Shane Mosley y sugirió que el resultado fue a modo de castigo contra él por un miembro de la Comisión de Nevada. Arum luego presentó unas disculpas que fueron aceptadas por el presidente de aquel entonces Luther Mack.

¿Entiende que ha hecho muchos amigos y algunos enemigos?

“No diría que tengo muchos enemigos y me he sentido bendecido por la gran cantidad de amigos que he tenido a través de los años. A veces, las personas estúpidamente se convierten en enemigos por la competencia. Pero he podido hacer amigos en todas las partes del mundo, México, Puerto Rico y me siento bendecido. Desafortunadamente, a medida que envejezco, muchos de mis amigos ya no están. Muchachos que extraño porque disfrutaba de sus presencias”.

¿Se considera un visionario que se atreve a hacer cosas nuevas?

“No se puede mantener en el negocio haciendo lo mismo. Hay que ser un visionario. No importa si se es el número uno, hay que preparase para el cambio. Todo cambia, nada se queda igual. Por ejemplo, la compañía más grande en fotografía por años era Eastman Kodak, pero cuando la nueva tecnología se hizo accesible y no era necesario usar los rollos de película, no se preocuparon y se quedaron atrás. Es necesario hacer cambios y adoptar innovaciones. Por eso es que (en Top Rank) somos tan exitosos y estamos más ocupados que nunca, mientras que mi contemporáneo Don King está haciendo casi nada. ¿Acaso porque soy mejor promotor que King; más inteligente? No. King estaba contento con lo que hacía y cómo promovía sus peleas, y nunca cambió. Fui lo opuesto. Sabía que si no cambiaba y me mantenía al día con los tiempos, estaba muerto. Le dedicamos todo un piso en nuestras oficinas a las redes sociales. No entiendo nada, pero mis empleados están alcanzando a una audiencia que no se puede hacer de la manera convencional.

A su entender, ¿cuál ha sido su mejor momento y su peor en el boxeo?

“Mi mejor fue cuando George Foreman -quien muchos entendían que debía retirarse por estar demasiado viejo y tuve que batallar contra las organizaciones para que le dieran la oportunidad de pelear- noqueó a Michael Moore para ganar el campeonato mundial de los pesos completos. Uno de mis peores fue en 1979 en el Caesar’s Palace y era la revancha entre Mike Rosemand, quien le había ganado a Víctor Galindos en Nueva Orleans y en esa época la AMB tenía la costumbre de asignar oficiales neutrales. La Comisión de Nevada, de la nada, dijo que no permitirían a los oficiales debido a que, a pesar de que eran neutrales, entendían que no porque Galindos era argentino y los oficiales eran de Latinoamérica. Galindos no iba a subir al ring con jueces de Nevada. Había una gran asistencia, pero la pelea no ocurrió. Fue algo devastador”.

En su nueva oficina, las paredes recogen la extensa historia de Top Rank con afiches, pinturas y artículos a los eventos que han sido presentados. Pero para Arum, son algo más que unos recuerdos de su trabajo.

“Si se está activo en un deporte en particular, se pierde la noción del tiempo. Puedo hablar de una pelea que ocurrió en los 1960 o los 1970 como si pasaron la semana pasada”, dijo.

¿Cómo desea ser recordado una vez se retire?

“Me retiraré el día que me carguen en una caja de pino. No hay razón para retirarme. Me disfruto lo que hago. Lo considero divertido. No me ocurre hacer otra cosa que me disfrute tanto. Nunca me voy a retirar hasta que me vea obligado por alguna limitación física. Me gustaría que me recordaran como alguien que fue justo con los boxeadores, desarrolló sus carreras, les pagó bien y quien fue una persona honesta que se preocupó por los peleadores que promueve. Espero que en mi funeral, si algunos de los boxeadores están presentes, digan eso”.