Hace medio siglo, Bob Arum era un joven profesional de 34 años de edad con un brillante futuro en la abogacía. Graduado de la escuela de derecho de Harvard, el letrado neoyorquino recién había renunciado a su puesto como fiscal federal para unirse al prestigioso bufete de Louis Nizer, un legendario abogado litigante que tuvo como cliente a figuras como Charlie Chaplin, Johnny Carson, Salvador Dalí, Mae West, y a Julius “Dr. J” Erving.

Pero el destino le tenía otros planes. Cuando era fiscal, atendió un caso relacionado con el cobro de los impuestos de una pelea entre los pesos completos Sonny Liston y Floyd Patterson por el campeonato mundial. Por eso, una de sus primeras  asignaciones en el bufete de Nizer fue encargarse de los contratos y demás aspectos legales de un nuevo cliente relacionado con las transmisiones de carteleras de boxeo a través de circuito cerrado.

Poco después, a instancias de un famoso amigo, Arum fundó Top Rank e incursionó como promotor de boxeo profesional, una faena en la que este mes, específicamente el 29 de marzo, cumple medio siglo. 

Este medio tuvo la oportunidad reciente de sentarse con Arum, y conversar sobre su trayectoria en el deporte de las narices chatas.

PH: ¿En qué año fue que te asignaron el cliente de boxeo en el bufete de Nizer?

Arum: “Eso fue en 1965. La primera pelea que el cliente estaba trabajando era (George) Chuvallo versus (Ernie) Terrell en Toronto. Las ventas no iban bien y ellos me pidieron mi opinión sobre qué podían hacer para mejorarlas.  Para entonces, nunca habían puesto a un hombre negro (afroamericano) como comentarista en una transmisión televisiva en Estados Unidos, nunca. Yo les dije que pusieran a uno para esta pelea, y ellos me dieron a mí el trabajo de buscar al talento para ello. Entonces yo conseguí por $500 a Jimmy Brown, el gran ‘running back’ de los Browns de Cleveland.  Él jugaba todavía. Hicimos amistad y él me dijo después de la pelea, 'tú deberías ser el promotor de la pelea, no el abogado'. Yo le dije que no sabía mucho del boxeo, que no me interesaba, que para mí en realidad solo había un boxeador, y ese era Cassius Clay (quien luego cambiaría su nombre a Muhammad Ali), pero él estaba atado contractualmente. Jim me dijo que no, y organizó una reunión entre nosotros, Ali y su asesor Herbert Muhammad. A ellos les gustó lo que yo les dije y me llevaron a Chicago donde conocí al honorable Elijah Muhamad (líder de la Nación del Islam, secta islámica a la que pertenecía Ali, y padre de Herbert).  La primera pelea que íbamos a hacer era en Chicago, Ali-Terrell. Pero entonces reclasificaron a Ali como disponible para el sorteo del servicio militar obligatorio. Ali respondió diciendo que no tenía nada en contra del Viet Cong (el ejército de Vietnam del Norte, con quien Estados Unidos estaba enfrascado en una guerra no declarada) y nos botaron de Chicago. Nos botaron del país, de hecho, terminamos en Toronto. Terrell se quitó de la pelea e hicimos Alí versus Chuvalo, el 29 de marzo hace 50 años.  Esa fue mi primera pelea como promotor y no tenía intenciones de quedarme tanto tiempo como promotor ni en nada relacionado al boxeo. Pero me involucré en la batalla legal de Ali y ahora, 50 años después, aquí estoy promoviendo a Félix Verdejo.

¿Tiene resentimiento contra Jim Brown por meterle en este negocio y sacarlo de lo que era el comienzo de una muy exitosa práctica legal?

¿Cómo podría? Primero que todo, no puedes hacer nada para cambiarlo. No puedo encaminarme en otra carrera ahora que tengo 84 años de edad (se ríe). Así que es lo que es. Y han sido unos 50 años muy interesantes, tengo que decirlo.  Miras hacia atrás a lo que ha sido tu vida, y pues, ha sido muy buena, pienso yo. Así que le estoy agradecido.  Ahora, si hubiera tomado otro camino, ¿hubiera sido mejor? ¿Quién sabe? Y, ¿a quién le importa?

Usted ha alcanzado múltiples hitos a través de tu carrera: la primera pelea transmitida vía “pague para ver” satelital, la Thrilla in Manila; la primera cartelera en HBO, y la primera cartelera en Showtime. ¿Cuál de todos sus logros es el que más lo enorgullece?

El logro que más me enorgullece fue que en 1980 estaba en una reunión con el entonces jefe de ESPN, que en esa época era una compañía muy muy pequeña. Tenía cuatro millones de suscriptores.  No transmitían ni ‘football’, no tenían el presupuesto para eso. Transmitían ‘football’ australiano. Y nosotros llegamos a un acuerdo con él e iniciamos un programa semanal (de boxeo) que duró 15 años y fue lo que puso a ESPN en el mapa. Salvó a ESPN.

Lo salvó porque, como al sexto año de nuestra serie, el presidente de ESPN estaba manejando su carro un día y vio en los moteles letreros anunciando “Tenemos el boxeo por ESPN” y “Tenemos el boxeo Top Rank”. Y en ese momento, algo se le encendió en la cabeza. Vio como muchas compañías de cable estaban poniendo nuestro producto y nosotros no recibíamos nada a cambio. Nosotros solo recibíamos el dinero de los auspiciadores que conseguíamos. Y en ese momento él decidió cobrarle a las compañías de cable por tener a ESPN entre su oferta, y se convirtieron en la empresa de medios más grande del mundo.  Y todo eso fue por el boxeo de Top Rank.

Usted ha promocionado a varios de los mejores boxeadores de todos los tiempos, comenzando con Ali pero incluyendo a Marvin Hagler, Oscar De La Hoya, Ray Leonard, Roberto Durán y muchos otros. ¿Cuál es su favorito?

Ali. No ha habido nadie como Ali. Ali era más grande que la vida misma. Cuando comencé a ser su promotor, la gente se me acercaba y me decía, “¡Oh! Qué genio eres. Se te ocurrió esta idea para promocionar tal pelea, o esta otra”. Pero yo trataba de explicarles que no era yo el de las ideas. ¡Era él (Ali)! Él era el verdadero promotor, él era quien tenía esas grandes ideas.

De todos los grandes, ¿con cuál era más fácil negociar?

Ali era fácil. Todos han sido buenos a la hora de negociar. Con Ali era fácil negociar. Con De La Hoya no era difícil negociar contratos. Mayweather -cuando lo teníamos firmado- tampoco era difícil. Pacquiao siempre fue muy bueno. Y Cotto fue bueno hasta que Gaby Peñagarícano metió su nariz en las negociaciones.

Ha trabajado con casi todos los grandes boxeadores de los pasados 50 años. ¿Cuál es el que se le escapó, ese gran boxeador que le hubiera encantado promocionar a largo plazo?

El  boxeador del que me arrepiento no haber podido promover es Félix Trinidad. Yamil Chadé me lo trajo inicialmente. Pero con Yamil nunca podías entender que era lo que quería, y yo inicialmente no estaba particularmente interesado en él.

Trinidad no era ex olímpico…

No. Y (Don) King astutamente saltó y lo firmó. Creo que yo pude hacer mucho mejor trabajo con Félix Trinidad de lo que hizo King. Claro, él terminó siendo una inmensa estrella de todas maneras. Pero yo creo, bueno yo sé, que me hubiera encantado ser su promotor.

Ahora, a los 84 años de edad, gozando de buena salud y seguridad financiera, ¿qué lo motiva a seguir trabajando duro día a día?

Mi motivación son los jóvenes boxeadores que han firmado con nosotros. Yo tengo una misión: convertir a Félix Verdejo, por ejemplo, en una gran superestrella. Tengo como misión convertir a Terence Crawford en una gran superestrella del sistema pague para ver.  Tenemos a Gilberto Ramírez, a José Ramírez, a Oscar Valdez, a Jessie Hart. Tenemos a todos estos muchachitos jóvenes -claro, ahora todo el mundo es joven desde mi punto de vista- que confiaron en nosotros para convertirse en estrellas del boxeo. Y yo tomo esa obligación muy en serio. Eso es lo que me motiva, punto.

Siempre ha sido conocido como un duro negociante, un promotor fuerte. Pero en los últimos años su imagen pública ha cambiado en gran parte debido a sus comentarios irreverentes y honestos. ¿Es más fácil ser Bob Arum ahora, que hace 20 ó 30 años cuando tenía que batallar con Don King y cosas así?

Bueno, cuando eres joven tienes más testosterona en tu cuerpo y eres más agresivo cuando hablas y cuando estás tratando de explicar tu punto de vista.

Cuando eres más viejo estás tratando de dar a entender tu punto de vista igual. Pero lo haces de una manera más suave, mas recostada. Y eso básicamente tiene que llegar con los años.

Por último, ¿qué pelea te hubiera gustado hacer, si pudieras enfrentar a dos boxeadores de cualquier época?

¿Que nunca se dio?

Correcto.

O, bueno, deja ver (pausa). Me hubiera encantado hacer una pelea entre Roberto Durán y Floyd Mayweather Jr.  Pienso que Durán hubiera alcanzado a Mayweather y le hubiera pateado el trasero.

¿En qué peso, ¿135, 140, 147 libras?

En cualquier maldito peso que Floyd quisiera.