Descifrar el balance perfecto entre su vida personal y la profesional ha sido un proceso complejo para Thomas Dulorme.

Estuvo entrenando en Oxnard, California, durante tres meses, lejos de su esposa Melissa María Morla y la pequeña Gisselle, la hija de 17 meses de la pareja. Ambas residen en Iowa.

“Es difícil estar sin mi bebé y sin mi esposa a quienes quiero mucho. También ha sido complicado debido a que mi mamá (Carmen Marisa Cordero) está en Puerto Rico, tiene cáncer y está en cama”, relató Dulorme.

“Amo este deporte y tengo que seguir luchando por mis metas para sacarle una sonrisa a mi madre para que esté feliz ganando mis peleas”, continuó diciendo.

Dulorme, confesó, esquiva mantener un contacto directo con su madre para no caer en un precipicio emocional.

“Llamo a mis hermanas o a mi padrastro para saber cómo está. De vez en cuando hablo con mi madre, pero para estar bien emocionalmente, prefiero no hablar directamente con ella, aunque tampoco pude hablar mucho”, compartió.

A través de fotos y vídeos es que Carmen Marisa se mantiene al tanto con la carrera del púgil.

“Siempre está orando por mí. Entiende todo y está contenta. Cuando me vio después de tres meses, lo primero que hizo fue sonreír y me sentí contento porque le puso sacar una sonrisa a mi madre. Siempre está enferma, tiene dolores y esos son los momentos, además de cuando me ve en el ring, que está feliz”, dijo.

El mayor anhelo de Dulorme es ganar un cetro mundial mientras su madre esté con vida.

“El cáncer está bien adelantado y si algún día parte de este mundo, quiero que me vea y se sienta orgulloso de mi”, concluyó.