Las repetidas veces en las que el peso superwelter puertorriqueño Prichard Colón se quejó de que estaba recibiendo golpes a la nuca la noche que enfrentó al estadounidense Terrel Williams en Fairfax, Virginia, solo recibió amenazas de que sería descalificado y no la protección que debería esperarse en una situación similar.

“El comisionado (supervisor de la pelea) vino donde mí tres veces a la esquina, primero cuando Prichard estaba en el piso (séptimo asalto) y estuvo como cinco minutos quejándose. Fue el que estuvo a cargo ese día, David Holland”, recordó Richard, padre del púgil en una entrevista con El Nuevo Día.

Desde ese día, el joven boxeador se mantiene un hospital, en coma, siendo alimentado por mangas y con respiradores.

Hace dos días, su hermana Natalie Elyse Colón-Meléndez, dirigió un contundente mensaje al contrincante de Prichard, Terrel Williams en su cuenta de Facebook, relatando lo difícil y doloroso que ha sido la vida para ella y su familia desde aquel 17 de octubre.


A continuación el mensaje traducido:

“Estimado Terrell Williams,

El 17 de octubre de 2015 representa el día que cambió mi vida. Podría decir que te odio, pero me enseñaron que "odio" era una palabra demasiado grande que no se debía decir nunca. Me rompió, me cambió, me hiciste frío el corazón, mi alma fue adormecida.

Así que ahora hágame un favor por una vez, lance tu objeto favorito al suelo y observa cómo se rompe en pedazos. Ahora recójalo y trate de ponerlos juntos de nuevo. No importa cuánto se esfuerce, no podrá ser lo mismo. Eso es lo que me hizo a mí, a mi felicidad, mi vida, mi familia.

Ahora vamos a olvidarnos de mí porque estoy sonando un poco egoísta. Arruinó una carrera, un hombre joven con un futuro brillante. Separó una familia. Permítame darle una breve actualización. Usted tomó la felicidad de un niño de 3 años, inocente, que se pregunta por qué su tío no puede jugar con él como antes.

Usted tomó la felicidad de un hermano mayor que tiene que luchar contra su dolor porque él tiene una familia que mantener en pie y la energía negativa es inaceptable. Un padre que se desvive por su hijo, cuidando de él. Tuvo que empacar todas sus cosas y a sus hijos, tragó sus lágrimas, y puso un cartel de "se vende" en su casa porque ya no puede permanecer allí.

Mejor aún, su responsabilidad es estar cerca de su hijo. Pensamientos y escenas de aquel 17 de octubre de forma continua en su mente.

Una madre que no puede dormir porque tiene que estar al lado de su hijo asegurándose de que respira, que su tubo de alimentación está funcionando y que se cambie siempre. Una madre que tiene un negocio y no ha vuelto a trabajar durante 10 meses. 

Ahora soy yo. Una pequeña hermana que lucha para volver a la universidad porque su dolor es tanto que había abandonado el semestre. Alguien que siente como que perdió a su hermano gemelo, mentor y mejor amigo.

Me gustaría que pudiera sentir lo que estoy sintiendo, pero este dolor es tanto que yo no se lo deseo ni a mi peor enemigo.

La pregunta es, ¿voy a tener que vivir con esto por el resto de mi vida?

Una última cosa, vaya y mire la pelea de nuevo. Eso no fue boxeo. Los nocauts se esperan, pero no luego de más de 20 golpes rápidos.

Ahora siga adelante. Disfrute de su vida, salir de fiesta, abrazar a su familia, sus hermanos y padres. Ir a divertirse y cumplir con su felicidad. Voy a esperar por el día en que mi hermano sea capaz de darme una sonrisa completa y que me diga “estoy bien”. Su nombre es Prichard, ¿lo recuerda?”