Una vecina se asomó por el balcón de su apartamento del segundo piso en el edificio 5 del residencial Villa Kennedy en barrio Obrero, y con una frase resumió lo que estaba viendo.

“Ese es un orgullo”, dijo.

A quien señalaba la vecina era a Jonathan A. Llanos, el estudiante-boxeador al que Villa Kennedy celebra en estos días como uno de los hijos buenos del residencial por sus logros a nivel educativo y deportivo.

Llanos se hizo también boxeador profesional mientras estudiaba medicina, lo que heredó de sus años de teenager en barrio Obrero, particularmente en el gimnasio de Javier Arce.

Ahora, doctor y boxeador, Llanos es un orgullo del residencial, documentado por los medios noticiosos.

“Para que vean que hay gente buena”, agregó la vecina.

Llanos es el tercero de cuatro hijos de una madre soltera también criada en el residencial. Trabajó duro desde joven. Hasta de payaso se desempeñó en actividades para poder conseguir el sustento para criar a sus hijos, ahora entre 29 y 23 años.

“Mi madre es un roble”, describe Llanos.

El joven estudió elemental en la escuela Alejandro Tapia y Rivera y la intermedia en la Ernesto Ramos Antonini, en donde fue un niño común, que jugaba baloncesto, béisbol y boxeaba, como muchos niños de barrio. Allí también era en duro de los salones.

“Siempre tuvo buenas notas. Ahí era donde se distinguía”, dijo su amigo de crianza, Juhn Hernández.

Saltó para nivel superior a la reconocida high de University Garden en Río Piedras y, de ahí, al Recinto Universitario de Mayagüez y luego a República Dominicana sin detenerse.

“Ese es el ‘brain’ de la casa”, dijo su hermano mayor, Tony, graduado de justicia criminal de la Universidad Metropolitana (UMet).

Con dificultad y muchos sacrificios económicos de su señora madre y otros familiares, Llanos comenzó su grado en medicina en el extranjero, lo que aumenta los gastos por ser un no residente. 

El boxeo fue y es su fuente de ingreso

Llanos se acordó de República Dominicana de sus años de muchacho en el gimnasio de barrio Obrero, de cuando pesaba 45 libras a los nueve años y de lo que le enseñó Arce, quien entrena actualmente al prospecto "Tito" Acosta.

“Con la base que Javier me enseñó es con la que boxeo profesionalmente”, dijo Llanos a Primera Hora.

Zurdo, con pegada, inteligente sobre el ring, el apodado Súper Pollito tiró el cálculo: “Mientras estudio, me ganó unos cuantos pesos boxeando y así pago algunos gastos y libero un poco a mami”.

Dicho y hecho.

“Me ofrecieron una pelea profesional y la cogí sin saber lo que iba a pasar. Lo veía como una fuente (de ingreso) externa. Era como un complemento”, contó.

“A medida que iba pasando el tiempo tenía una pelea, dos pelas, tres peleas, seis peleas y no había perdido. Luego nueve peleas, 10, 11, 12 y no había perdido. Y me ofrecieron pelear en Estados Unidos por bolsas que creía irreales”, agregó el joven, quien actualmente estudia para tomar los estudios de reválida en Puerto Rico.

Actualmente, el Súper Pollito tiene récord de 16-0 con 15 nocauts y ha visto la oportunidad de tomar más en serio el boxeo con paga en los pesos medianos.

“Me ha ido bien hasta ahora gracias a Dios y a esto le puedo sacar. Es lo que me va a dar una base económica para poder terminar mi formación profesional. Y como toda persona, me quiero ir independizando porque no es lo mismo que  mi mamá me mantenga con 18 años que me mantenga con 27 años”, dijo Llanos.

Llama la atención de Ricky Márquez

Llanos dijo que Ricky Márquez, el entrenador del prospecto Félix Verdejo, se ha interesado en conseguirle peleas. Su caso, en fin, es uno parecido al del contador público autorizado, abogado y boxeador Edgardo López Sasso.

Llanos está al tanto del caso de López Sasso y lo quisiera conocer en persona.

Como López Sasso, Llanos seguirá adelante con sus estudios porque quiere especializarse como cirujano.

Después de todo, Llanos dijo que la dirección y enfoque en los objetivos han sido la clave de su éxito.

“Dios tiene un plan para todos nosotros. Todos somos iguales. La diferencia, tal vez, es las decisiones que tomamos. No hay que ser un ‘brain’ o un superdotado. Es la dirección que uno tome la clave. La fuerza de voluntad que te dan los que te rodean, con la mayor autoestima de uno es, indiscutiblemente, un impulso grandísimo”, dijo.