Río de Janeiro, Brasil. - Está loco por jartarse de dulces y comer sin sacrificar los placeres del paladar, pero también está enfocado en su meta.

Ese es Jeyvier Cintrón, el primer boxeador en la historia de Puerto Rico que compite en más de unos Juegos Olímpicos.

El bayamonés, quien ha estado acoplándose a Río de Janeiro desde el pasado 19 de julio, bromeo hoy varias veces con el asunto que está loco por comer sin reservas.

“Cuando todo esto termine lo primero que voy a hacer es subir a las 135 libras”, dijo mientras comenzaba a calentar para realizar una sesión de guanteretas y saco con su entrenador Chicky Laureano y su asistente Cholo Espada. “Estoy loco por jartarme de dulces. Es que yo soy afrenta’o y me encanta comer”.

Acto seguido, Cintrón aseguró que no está pasando hambre ni está afectado por los sacrificios alimenticios. Es más bien una cosa de gustos, del paladar.

“Estoy comiendo bien. Estoy haciendo mis tres comidas al día y me siento bien. Estoy comiendo limpio. Mucha ensalada y frutas. Pero he tenido que dejar el dulce”.

Cintrón aseguró que no va a tener problemas con hacer el peso de los 52 kilogramos (114 libras) que deberá hacer para poder salir a pelear en Río 2016, pero admite que ya no es tan fácil hacerlo como lo hizo cuatro años atrás en Londres 2012.

De otra parte, mencionó que estos días trabaja básicamente con los ejercicios para mantener el peso y dar los últimos toques a sus estrategias de peleas, unas que variarán de acuerdo al rival.

Por lo demás, en la Villa Olímpica básicamente se la pasa descansando en su cuarto y estudiando videos de los peleadores que podría enfrentar en la competencia. La lista de inscritos en su peso es de 30. De casi todos hay videos en YouTube, señaló.

Mientras, Cintrón dijo que no le está prestando mucha atención a las redes sociales y los grandes deseos que surgen a través de ella de que sea el primero boricua en ganar una medalla de oro en unas Olimpiadas. Lo hace para no presionarse.

“Los buenos deseos ayudan a que uno esté positivo, pero además de lo físico tengo que trabajar también con lo sicológico.  Trato de lidiar con las cosas y no me meto presión. El trabajo físico ya yo lo hice. Ahora lo que me toca es salir a pelear por mí y mi país”, abundó el peleador quien antes de viajar a Río se tatuó los aros olímpicos en su antebrazo derecho.

Mientras, para encontrar un espacio dentro de la seriedad y la soledad que puede provocar un entrenamiento, Cintrón y sus entrenadores visitaron el pasado 27 de julio, antes de llegar a la Villa Olímpica, la imponente imagen al Cristo Redentor que ubica en la altura de uno de los montes de Río de Janeiro. Sobre esa visita dijo que la experiencia fue espectacular y es uno de los mejores tours de su vida.

“Cuando estuve allá arriba quedé maravillado. La vista es hermosa y el Cristo enorme. Es increíble pensar como lo pudieron levantar allá arriba, porque eso a veces queda hasta por debajo de las nubes. Fue algo espectacular”, agregó admitiendo que le hubiera gustado lanzarse en un parapente pero que obviamente no era el momento ya que hace como un año se lanzó en un paracaídas y recibió múltiples regaños de sus entrenadores.