Jonathan González daría cualquier cosa con tal de ver a su madre –Ana Ortiz– disfrutar de las travesuras de Nirvana Isabel, hija del peleador.

Su anhelo es tal que estaría dispuesto hasta despojarse de su anhelo de ser un futuro campeón mundial.

Sin embargo, Nirvana ni González tendrá la dicha de ver a Ana pues ésta falleció en el 2005 por un paro cardiaco.

Desde entonces, González lleva su nombre bordado en el frente de su pantalón de pelear a manera de hacerle honor.

“Llevo el nombre de Ana porque nunca quiso que fuera boxeador”, compartió el joven de 22 años.

Ana padecía de alta presión y los pocos recursos económicos que tenía apenas alcanzaban para cubrir con los gastos básicos del hogar. Por ello, Jonathan realizó varios trabajos para aliviar un poco la carga.

“Eramos muy pobres y no había dinero para comprar sus medicamentos. Tuve que trabajar vendiendo pinchos y periódicos. Me ganaba $6 vendiendo pinchos de 11:00 a.m. a 3:00 p.m. y de 5:00 p.m. a 8:00 p.m. me pagaban $10. En un día, hacía $18 y de ahí tomaba $10 para que ella comprara los medicamentos que necesitaba de lunes a viernes”, recordó.

“Ahora pienso, que si mi mamá estuviese viva, no estaría pasando necesidades como antes. Eso me duele, pero a la misma vez, sé que está en el cielo y está contenta conmigo”, agregó.

¿Pensaste abandonar el boxeo cuando ella falleció?

“Para entonces, estaba en noveno grado y no tenía en planes de boxear, sino estudiar y esperar para ver qué me traía el destino. Pero eventualmente decidí ser boxeador”.

¿Cómo fue el momento cuando recibiste la noticia de su muerte?

“Recuerdo bien esa noche. Fue un viernes y ella estaba en el hospital. Llegaron varios de mis primos y me dijeron que nos fuéramos porque tenían que hablar conmigo. Ya sabía y les reclamé que me hablaran claro. Para esos tiempos, mi papá no era un santo y esa noche no me fue bien. La primera llamada que recibí fue de Orlando Piñeiro (manejador), a quien considero mi segundo padre. Me dolió demasiado”.

¿Encontraste en el boxeo el espacio para sanar?

“Fui sanando poco a poco por mis amistades que son como mis hermanos y varios familiares que me ayudaron a sanar la herida de la pérdida de mi mamá. Esa herida nunca cerrará, pero ha ido sanando poco a poco. Siempre llevaré el nombre de mi mamá en la cintura del pantalón no importa el auspicio. Ella me dio la vida y me crió durante 14 años, así que eso (el espacio en la trusa) no tiene valor”.

González tuvo una destacada etapa como peleador aficionado. En el 2008, dominó su categoría (51 kilogramos) en el Campeonato Mundial Juvenil y, dos años después, conquistó la medalla de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Mayagüez 2010. A pesar de que su aspiración era competir en los Juegos Olímpicos de 2012, optó por dar el salto al profesionalismo.

¿Cómo crees que ella se sentiría al saber de tus logros?

“No creo que me vea como una figura. Quisiera que me considere como un hijo espectacular y lo más que me duele es que mi hija nunca conocerá a su abuela excepto por fotos y lo que le pueda decir. Daría todo lo que tengo, hasta el boxeo para que ella estuviera aquí para que viera a su nieta crecer y escuchar a mi hija decirle que la ama”.

El próximo 17 de agosto, González enfrentará la prueba más compleja de su joven carrera cuando mida fuerzas con el mexicano Giovani Segura en El San Juan Resort and Casino, Isla Verde.

De hecho, una victoria representaría otro paso hacia el ansiado combate titular.

“Estoy bien contento de estar a punto de cumplir con mi meta y hacia esa dirección es que me dirijo con esta pelea”, concluyó.