Hace unos días conversé con un ex boxeador, también ex campeón mundial, que me trazó un panorama muy particular acerca del futuro enfrentamiento entre Miguel Cotto y el argentino Sergio ‘Maravilla’ Martínez, en el cual el boricua subirá una vez más de peso para tratar de apoderarse del cetro mediano del CMB el 7 de junio en el Madison Square Garden.

“Una cosa que la gente no menciona cuando habla de esa pelea”, me dijo el orgullo de Moca, Carlos ‘Indio’ Quintana, “es que va a ser la primera vez que Martínez va a estar peleando con alguien más pequeño que él”.

“Él ha estado peleando con gente mucho más grande –Pavlik, Paul Williams, Chávez–, peleadores que son más lentos y que salen a buscarlo”, agregó, “y con ellos él puede hacerles su pelea: moviéndoseles y contragolpeándolos”.

Pero Cotto, recalcó, “es bien, bien rápido de manos. Te lo dije hace ocho años y ahora te lo repito”.

En efecto, el 2 de diciembre de 2002, el zurdo Quintana chocó con Cotto por el vacante cetro wélter de la AMB en Atlantic City, pelea que muchos consideraban que tenía buenas probabilidades de ganar. Pero el Indio perdió por nocaut en cinco asaltos.

Dos peleas más tarde, sin embargo, Quintana dio una sorpresa mayúscula al vencer a Paul Williams para ganar el cetro wélter de la OMB, y un año después Williams se convirtiría en el último mortal en vencer a Maravilla Martínez.

“Martínez no es muy grande… es de mi tamaño”, añadió Quintana, quien mide 5’9 ½”, “pero sí es muy fuerte y tiene un bloque en las manos”.

“Pero no tiene movimientos laterales y boxeó muy poco como aficionado”, continuó. “Se mueve, pero lo que hace es brincar de aquí para allá, pero como siempre el rival lo está buscando…”.

“Cotto no tiene que buscar a Martínez para nada”, argumentó. “Lo que tiene que hacer es provocar que Martínez se salga de su zona de comodidad y sea quien venga a buscarlo a él… y ahí va a entrar en juego su velocidad de manos”.

“Ojalá que se convierta en el primer puertorriqueño que gane el título en cuatro categorías”, concluyó el Indio, quien vino de Tampa, donde ahora reside, para estar en la esquina de su hijo durante el reciente torneo aficionado Miguel A. Cotto, padre.

Como a veces me gusta agriarle la vida a la gente, le recordé que antes él no le profesó tan buenos sentimientos al cagüeño, en especial cuando alegó que le había propinado golpes ilegales en el costado y en la espalda.

“Sí”, aceptó el Indio, “pero después he tenido la oportunidad de conocerlo mejor. Siempre ha sido un caballero conmigo, pero también me he dado cuenta de que es un buen ser humano”.