Manila, Filipinas. Manny Pacquiao ya ha tenido los logros más espectaculares que la mayoría de sus compatriotas solo pueden soñar con algún día tener: salió de la pobreza extrema, aseguró el futuro de sus hijos y es un héroe de los filipinos alrededor del mundo.

No contento con eso, Pacquiao también se dispuso a dejar una huella en la política de su país.

Sin embargo, luego de una sorpresiva derrota –víctima de un increíble nocaut que le fue propinado por el mexicano Juan Manuel Márquez el sábado en Las Vegas–, el peleador de 34 años se enfrentará a unas preguntas bien determinantes. ¿Está su futuro en el boxeo, la política, la industria del espectáculo, la religión o incluso en algún nuevo reto que pueda aparecer en su horizonte?

“Ser el rey del boxeo y ser el atleta mejor pagado del boxeo… eso va con el territorio”, indicó el analista de boxeo, Ed Tolentino. “Para Pacquiao, la fama fue mucha para poder manejarla. Había sencillamente demasiadas alternativas en su vida aparte del boxeo”.

La distracción fue demasiado costosa para Pacquiao, quien entrenó por dos meses, comparados con el trabajo de cuatro meses y medio que realizó Márquez.

Pacquiao creció como un sobreviviente y un peleador, superando la pobreza y un estilo de vida de supervivencia en un país donde la mitad de la población vive con un sueldo de $2 dólares por día y en el que 3,000 ciudadanos abandona el país a diario por oportunidades de empleo en el exterior.

Dejó la escuela superior para irse a la capital, Manila, a trabajar como un panadero y obrero de la construcción, y así poder ganar dinero para ayudar a su madre a cuidar de sus hermanos luego que su padre los abandonara.

Állí comenzó a practivar el boxeo y luego de tener éxito en peleas locales, Pacquiao comenzó su carrera internacional hacia finales del 1990. Y en la siguiente década, se convirtió en un nombre de reconocimiento mundial al ganar ocho títulos mundiales en ocho categorías. En casa fue declarado un héroe, “el campeón de la gente”, y una inspiración general para legiones de pobres, aparte de un hombre al que los ricos y poderosos querían a su lado. Así, mientras llegaron los títulos, los honores y el dinero, también llegaron las distracciones. Políticos, actores de segundo nivel y una variedad de parásitos comenzaron a formar su séquito.

“Solo necesitabas una rueda de la fortuna y su campamento de entrenamiento podía convertirse en un circo”, dijo Tolentino.

El mundo de la farándula “requiere mucho tiempo y demanda muchas energías. Hay que prepararse para los shows. (Pacquiao) perdió el foco porque tenía demasiadas cosas a las que prestar su atención ”, dijo el comentarista de boxeo, Ronnie Nathanielsz.

Pacquiao fue elegido al Congreso desde su sureña provincia de Sarangani en el 2010, y ya anunció que correrá para la reelección el año que viene.

En el ínterin, Pacquiao había prometido que pondría orden a su vida: no más juegos de apuestas, bebidas alcohólicas ni vida de mujeriego. En su lugar dijo que predicaría de la Biblia. Algunos dijeron que era un puro acto de relaciones públicas de un buen político, pero Pacquiao insistió en que era real.

En ese marco vino el primer golpe bajo: una controversial derrota en junio frente a Timothy Bradley. Comenzaron a aflorar las preguntas sobre si ya comenzó a mostrarse la declive que normalmente llega a quienes llevan 17 años sobre un ring, o si las distracciones sencillamente estaban finalmente alcanzándolo.

Y luego llegó la derrota contra Márquez, a quien había vencido dos veces y con quien tuvo un empate. Ahora hay una pregunta más urgente, aunque Pacquiao no hizo ninguna mención sobre un posible retiro.

“Entre los boxeadores, ellos no tienen la palabra retiro en su diccionario. Es muy difícil admitir que de repente todo ha terminado, en especial para Pacquiao”, dijo Tolentino.

“Realmente considero que él tiene que hacer mucha introspección… Debe consultar a su familia, la que debe ser su verdadero séquito”.