Canastota, Nueva York. Félix “Tito” Trinidad no tenía un mensaje escrito en papel a la hora de subirse al podio para ofrecer su discurso, luego de ser oficialmente exaltado al Salón de la Fama del Boxeo.

Habló lo que sentía, como él suele hacerlo. Vivaracho, pueblerino... de corazón.

Es por eso que en el momento más importante de su vida, las emociones lo embargaron y no pudo contener sus lágrimas.

El homenaje que le hizo a su padre, don Félix Trinidad, al dedicarle su exaltación al Salón de la Fama fue el punto culminante de su mensaje y el que más hondo caló en los presentes.

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“Sin esta persona que les voy a mencionar ahora, estoy seguro que no estaría parado aquí... Ha sido el mejor padre, el mejor manejador y el mejor entrenador. Luchó día a día con todo para poder llevarme a lo más grande, para poder estar aquí en el Salón de la Fama”, reconoció Trinidad.

“Me siento súper orgulloso de ti, papá. Sumamente orgulloso, porque... Te debo mucho... (Se emociona) por el ejemplo que nos has dado a toda la familia y sé que esos tiempos que tú viviste no fueron fáciles”, manifestó con voz entrecortada.

En las gradas, don Félix Trinidad tampoco pudo contener la emoción, mientras el público respondió con un sonoro aplauso.

“Este premio, esta sortija y la semblanza son parte también tuya. Te amo y de verdad en los años que papito Dios me dé, siempre estaré agradecido de ti. Siempre, siempre, siempre”, repitió.

Trinidad hizo además un resumen de lo que fueron sus comienzos en el boxeo, de sus años en el club de Cupey, sus primeros pasos como boxeador profesional y el desarrollo de su carrera hasta llegar a conquistar cinco títulos mundiales en tres divisiones distintas.

Además, agradeció a Don King por haberle dado la oportunidad de desarrollar su carrera y también reconoció a la gran promesa del boxeo, Félix Verdejo, quien se encontraba en el público.

“Dios te bendiga, Félix. Sigue trabajando duro que yo voy a ti”, subrayó.

“Amo el boxeo, amo a mi gente. Puerto Rico, gracias”, finalizó Trinidad.

Al concluir su discurso, Trinidad se bajó de la tarima y se fundió en un abrazo con su padre ante el aplauso de los presentes.

Concluida la ceremonia, Trinidad reflexionó además de lo presente que tiene a Puerto Rico en este singular momento de su vida.

"¡Yo amo tanto a mi tierra, a mi Puerto Rico! La familia es familia. Es algo aparte, pero eso es algo que está paralelo. Puerto Rico cala en mí muy hondo", subrayó Trinidad en un aparte con este medio.

"Cada día que Dios me de para vivir, viviré orgulloso de ser puertorriqueño", sentenció.

La ceremonio de exaltación se celebró el domingo 8 de junio en Canastota, Nueva York