La semana que hoy termina ha sido fuera de lo común para Wilfred “el Radar” Benítez.

Las risas abundan y la depresión ha ido en declive. Su condición de encefalopatía traumática crónica no le permite expresar en palabras lo que siente, pero es evidente que el tres veces ex campeón mundial se disfruta la compañía y la atención hacia su persona.

El pasado martes, Benítez, de 54 años, hizo una rara aparición pública en el velatorio de Héctor “Macho” Camacho, donde formó una guardia de honor junto a Félix “Tito” Trinidad, Wilfredo Gómez y Alfredo “el Salsero” Escalera.

“Lo puedo llevar a un velorio y él no sabe que está en un velorio. Hasta que ve a alguien en una caja y entonces le da la emoción de llorar”, relató la hermana de Benítez, Yvonne, quien tiene a cargo su cuido.

“Cuando viene la prensa y los fotógrafos a retratarlo, él piensa que es una actividad para él y se pone bien contento. Empieza a reírse, y yo trato de controlarlo, porque hay gente que no entiende su condición”, explicó.

Su condición tiende a deprimir a Benítez, quien en esos momentos no se muestra muy comunicativo. Pasa los días dentro de la casa en Saint Just, Carolina, siempre supervisado. Pero cada vez que se abre la puerta, la expectativa lo delata.

Ayer, al recibir la visita del también ex campeón Víctor “Luvi” Calleja, la sonrisa no se borraba del rostro de Benítez. Calleja le agarró la mano y le recordó algunos de los nombres de boxeadores legendarios que superó en el ring.

“Roberto Durán, Kid Pambele...” , le decía Calleja. Benítez rió como nunca mientras escuchaba los nombres, señal de que el boxeo nunca se irá de su memoria.