El vínculo entre Miguel Cotto y Freddie Roach trasciende más allá de una relación de un boxeador con su entrenador.

El dúo ha acumulado balance de 4-1, incluyendo cuatro pleitos con implicaciones titulares. El único revés ocurrió en 2015 ante Saúl ‘Canelo’ Álvarez y este sábado intentarán culminar con una victoria final.

Cotto conversó con Primera Hora desde Nueva York sobre la presencia de Roach en su vida profesional y personal.

¿Cómo inició la relación entre ustedes?

“Cuando vinieron las derrotas de Floyd Mayweather Jr. y Austin Trout surgió una incertidumbre en mí. Necesitaba saber si me quedaban los deseos, la energía y el talento para seguir haciendo lo que me apasiona, que es el boxeo. Barajeamos varios nombres. El que más sonó, más brilló y más nos gustó fue el de Freddie. Bryan (Pérez, asistente) hace la llamada, me lo comunica y le digo a Freddie de nuestras intenciones de trabajar con él. Muy jocosamente dijo ‘¿en realidad eres tú Miguel?’ Le respondí que sí, y que quería saber si en mi persona quedaba el deseo, la energía y las ganas de seguir haciendo esto que es el boxeo. Eso fue en el 2013 y, al sol de hoy, puedo decir que la mejor llamada que he podido hacer en mi vida se remonta a ese año para contactar a Freddie para movernos a Los Ángeles y comenzar a trabajar. Sin temor a equivocarme, la mejor decisión en mi vida fue haber llamado a Freddie”.

Relacionadas

Si tuvieses la oportunidad de darle para atrás al tiempo, ¿hubieses hecho esa llamada mucho antes?

“No quiero menospreciar ni faltarle el respeto o decir cosas que no estén en acorde con la manera como he sido por los pasados 16 años. Estoy contento. Quizás una que otra cosa se pudo haber pensado diferente y salido mejor. Se pensó, él dijo que sí, y salió. La mejor manera de resumir las cosas es que todo lo bueno, lo no tan bueno, todo lo que ha ocurrido me ha hecho el ser quien soy, el boxeador que he podido ser y, más que nada, me ha brindado la oportunidad de proveer –como mejor he podido– para sacar una familia hacia adelante como hicieron mis padres con muchos sacrificios”.

Son palabras mayores tomando en consideración que también tuviste en la esquina a Emanuel Steward y a Pedro Díaz, entre otros.

“No me gusta comparar unas personas con otras. Pero desde el día uno cuando llego a Los Ángeles, Freddie me dice que tiene a Gavin McMillan para que trabaje en la preparación física mientras él (Roach) se encargaría del entrenamiento técnico y táctico. Cuando me siento a conversar con Gavin, dice que vamos a trabajar de lunes a jueves todas las mañanas y solamente vamos a correr los viernes. Vengo de una escuela donde el boxeador tenía correr seis días a la semana. El primer campamento fue una total sorpresa donde la incertidumbre en esas primeras tres o cuatro semanas fue grande. Gracias a Gavin descubrí una bicicleta, un cajón de dos pies de largo por un pie de ancho, además de una bola medicinal. He resumido mi entrenamiento cardiovascular. Para esta pelea (Ali) no fuimos a la calle ni un viernes, o sea que no se corrió”.

Roach ha dicho que la relación de ustedes va más allá de boxeador y entrenador además de que se mantendrán en contacto. ¿Tan compenetrados están?

“Sí. Freddie me ha complementado para sacar lo mejor de mí igual que de alguna manera u otra he complementado a Freddie. Durante nuestras sesiones de entrenamiento nunca hubo un no, una discusión; nunca hubo un roce. Fue pasar día tras días, sesión tras sesión en paz, en armonía, con buen ánimo, un buen humor gracias a que el ambiente y el entorno que Freddie creó para trabajar conmigo fue para mi disfrute, para querer regresar y darle continuidad al trabajo”. 

¿Anticipas que esa relación perdurará?

“Continuará. Será sumamente imposible para mí, por no decir difícil, luego 26 años en vida decir este sábado me retiro del boxeo y el próximo lunes no pienso en boxeo nuevamente. Nosotros como compañía (Miguel Cotto Promotions), con los conocimientos que he adquirido, estoy en la mejor disposición de ayudar al boxeador para que sea el beneficiado mayor”.