Hay que destacar de forma especial la manera profesional, ecuánime y justa en que Morales Lugo condujo y controló el proceso, el que en ocasiones se tornó tenso, hostil y altamente contencioso.

Controversia clave a decidir: ¿quien tachó el 10 otorgado por César Ramos al mexicano Roberto Castañeda como ganador del primer asalto del choque con José “Wonder Boy” López y puso el 9, y qué medidas disciplinarias proceden en su contra? ¿Fue Peñagarícano o el propio Ramos, las únicas dos personas que, de acuerdo con los testimonios vertidos, pudieron haberlo hecho?

Las tarjetas fueron 10-7 y regresaron 9-7. Otra faceta del caso será decidir las medidas disciplinarias y correctivas para penalizar y enmendar el desmadre administrativo existente en la CBPPR en cuanto a procesos, manejo de documentos y falta de controles que ha quedado evidenciado durante estas vistas.

Como organismo gubernamental, que responde en última instancia al pueblo de Puerto Rico, la CBPPR tiene que ser organizada con procesos claramente delineados en ley, penalidades claramente definidas y controles y salvaguardas que permitan adscribir responsabilidades a quien correspondan. Definitivamente, no puede ser llevada como una gran familia o finca privada.

En cuanto a las justificaciones brindadas para defender la corrección del 9-7 tras el error de Carlos Colón y la entrada de datos sin iniciar en la tarjeta máster, parecía la narración de un evento de hipnosis colectiva (todos ciegos a la realidad) enmarcado en un cuadro de miedo escénico y falta de temple y compostura ante la alegada presión del público.

Mire que se habló “del revolú y gritería”, casi un mantra para justificar la larga cadena de errores y omisiones que ha quedado al descubierto.

Cabe preguntarse, ¿es esta cadena tan sólo la punta del iceberg de horrores mayores?