El Real Madrid ganó 3-1 al Getafe y resolvió un trámite incómodo antes de enfrentarse el próximo martes al París Saint Germain en el estadio Parque de los Príncipes, donde Cristiano Ronaldo estará en perfecto estado de revista tras marcar dos goles al conjunto de José Bordalás.

El jugador portugués, sin duda, es uno de los grandes valores que tiene el Real Madrid para seguir adelante en la Liga de Campeones. Es su competición fetiche, en la que nunca falla, en la que siempre está presente.

Hace unos días descansó para enfrentarse al Espanyol y volvió ante el Getafe para no perder forma. Y cumplió. Se encontró con su hábitat natural, el gol, acabó con una sonrisa, salió ovacionado del campo en el minuto 78 y todo fue perfecto para un hombre clave para su equipo el próximo martes.

Pero antes de que llegue ese acontecimiento, los hombres de Zidane tenían que superar un escollo complicado previo al viaje a Francia. El equipo de José Bordalás no era, a priori, el más indicado para coger moral de cara a una cita tan relevante como la del París Saint Germain.

El Getafe es uno de los equipos de Primera División más incómodos. Es una maquinaría perfectamente engrasada para molestar al rival. Se cierra como nadie y equipos como el Barcelona ya lo sufrieron en el Camp Nou con un empate sin goles. Además, es el tercero que menos tantos recibe de toda la Liga y sólo el Atlético consiguió ganarle por más de uno de diferencia.

Ese es el Getafe de Bordalás, hecho a su imagen y semejanza. Y estaba enfrente del Real Madrid, deprimido tras perder en Cornellà-El Prat ante el Espanyol y con la Liga de Campeones en su futuro más inmediato como único objetivo del curso. Tenía que ganar y convencer para coger moral. Era necesario.

Como era de esperar, el Getafe se lo puso complicado. Pero, en esta ocasión, aguantó 24 minutos. Se desinfló en cuanto Gareth Bale marcó el primer gol en una ocasión aislada y producto de un córner que se alargó hasta el remate del jugador galés. Hasta entonces, no hubo ninguna noticia del Real Madrid.

Sin Luka Modric y sin Toni Kroos, el cuadro blanco nota en exceso la falta de profundidad y atrevimiento de dos hombres clave. Zidane los necesita en París. Está claro. Contra el Getafe, Marcos Llorente se mostró de nuevo como un jugador romo, previsible. Un fantasma de lo que fue en el Alavés. Y Casemiro es una buena escoba, pero poco más.

Esa falta de creatividad, unida al apagón que sufre Isco Alarcón y a la falta de movimientos de Cristiano, Bale y Benzema, provocó un conato de incendio influido por el buen sistema defensivo que montó Bordalás. Sin embargo, en ese minuto 24, con la aparición de Bale, todo acabó.

Hasta ese instante, sólo había disparado a portería Ángel Rodríguez con un tímido intento para finalizar un contragolpe. Ese era todo el bagaje de ambos equipos. El Real Madrid no encontraba ningún agujero, la muralla de Bordalás parecía imposible de tirar hasta la jugada aislada de Bale.

Entonces, el Real Madrid ofreció un poco más a su público. Los últimos veinte minutos del primer tiempo fueron más vistosos, pero sin alardes. Hasta Theo Hernández (Marcelo se quedó en el banquillo después de salir de una lesión), se animó con alguna subida, mientras que por el otro lado lo intentó Dani Carvajal con un disparo lejano.

El premio lo obtuvo Cristiano, justo antes del descanso. El portugués, casi desaparecido hasta ese instante, tuvo un momento de inspiración para dejar prácticamente sentenciado el partido con un buen movimiento dentro del área pequeña que acabó en la red de Emi tras un buen zurdazo.

Su diana casi cerró el choque. El francés Löic Rémy se encargó de concluirlo del todo. Justo en la reanudación, cuando el Getafe adelantó sus líneas y disfrutó de dos disparos de Damián Suárez y del mismo Rémy, dio un manotazo absurdo a Nacho que le costó la segunda tarjeta amarilla.

Con un jugador menos, con las líneas adelantadas y por detrás en el marcador, el Getafe estaba destinado a pagar los platos rotos del Espanyol. Pero este año, el Bernabéu rara vez vive un día plácido y el Real Madrid, con uno más, se dejó llevar.

El equipo de Bordalás dio más sensación de peligro con diez jugadores que con once y, con la salida al campo de Jorge Molina y del japonés Gaku Shibashaki, consiguió más verticalidad y efectividad en los contragolpes.

En uno de ellos, Jorge Molina, incombustible pese a su veteranía, se marchó de Nacho de manera magistral y fue derribado por el central blanco dentro del área. Aparentemente tocó la pelota antes que la pierna del delantero del Getafe, pero el árbitro Mario Melero López vio un penalti que transformó Francisco Portillo.

El 2-1 rompió la calma y el aburrimiento que había sobre el césped. Despertó a Cristiano y a Bale, no a Isco, que seguía fuera de juego. Y entró Marcelo al campo, para tener minutos antes del París Saint Germain. Con el brasileño, el Real Madrid fue más eléctrico y pudo resolver con un gol anulado a Cristiano y un remate a bocajarro del portugués que salvó Emi Martínez.

Al final, el Getafe se fue diluyendo como un azucarillo. Pese a su valentía, acusó jugar con un hombre menos. Y Cristiano, insaciable, hizo de cabeza el 3-1 tras un centro de Marcelo.

El partido del Real Madrid no fue bueno, pero sí suficiente para jugar en París con ciertas garantías morales. El trámite del Getafe acabó y llega la obligación del París Saint Germain.